AM | @agumack
En los 1990s, el menemismo intentó justificar su ofensiva contra los poderes del Estado a través del argumento de la "gobernabilidad". Desde esta óptica, la división de poderes era presentada como nociva y contraproducente. La misma idea subyace hoy en los des-gobiernos bolivarianos o cuasi-bolivarianos: Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela. Pero no confudamos la (necesaria) fortaleza del poder ejecutivo con el ataque sistemático a la independencia judicial y a la libertad de prensa. Porque entonces sucede precisamente lo contrario: los gobiernos se debilitan.
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Lo vemos todos los días con el auge de la violencia y del narcotráfico. Este tipo de des-gobierno es el que más debilita al Estado. Para ilustrar esta idea, basta dar una mirada a los indicadores de gobernanza del Banco Mundial [ver] y a las notas de independencia judicial del Fraser Institute de Canadá [ver]. Tomamos cuatro países: Argentina, Australia, Ecuador y Suecia. Y tres indicadores: Independencia judicial (Fraser Institute), Control de corrupción (Banco Mundial) y Efectividad del gobierno (Banco Mundial). Éstos son los resultados:
[1] Suecia: Indep. jud. 9.26; Control corrupc. 9.90; Efectividad gob. 9.86
[2] Australia: Indep. jud. 8.79; Control corrup. 9.62; Efectividad gob. 9.62
[3] Argentina: Indep. jud. 2.60; Control. corrup. 3.97; Efectividad gob. 4.69
[4] Ecuador: Indep. jud. 1.66; Control corrup. 2.01; Efectividad gob. 2.92
Los testigos han declarado. No further questions, your honor.
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