"When you play the game of Thrones, you win or you die" — Cersei Lannister
AM | @agumack
Al final me compré el primer tomo de A Game of Thrones. Todo el mundo habla de esta serie. El libro resultó mejor de lo esperado, y ciertamente muy superior a las espantosas novelas de Stieg Larsson (nada que ver, ya sé). Por otra parte, he descubierto algunas posibles fuentes utilizadas por George Martin para varios personajes y situaciones. Otro día las comentaré. Ahora estoy en la página 525, así que aun no sé lo qué sucederá con Eddard Stark, que acaba de ser arrestado por la reina Cersei Lannister. Pero la cosa pinta muy mal.
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Uno siempre lee con 'algo' en mente. En este momento, no puedo dejar de pensar en la situación de la Argentina. Los proyectos del des-gobierno de la Sra. CFK han sido comentados desde diversos ángulos: división de poderes, impacto sobre las inversiones, corrupción e impunidad, etc. Me permito recordar que comencé a tratar estos temas en ... 2003. (Lo poco que quedaba entonces de división de poderes desaparecía al asumir NK, ya que el cargo ocupado por su mujer anulaba al Senado de un plumazo).
Desde hace un par de años me dediqué a enfatizar, en Contrapesos, el vínculo entre la ausencia de independencia judicial y la inseguridad. Lo hice desde dos puntos de vista: comparando situaciones (Copenhagen / Caracas, Auckland / Lima, etc.) y divulgando escritos de autores del siglo XVIII. Éstos últimos —Montesquieu, Diderot, Smith, Schiller— son muy importantes, porque escriben justo antes del fenomenal auge de Inglaterra, a partir del cual los economistas asumen la independencia judicial como dada y dejan de tratarla como variable relevante.
¿Pero qué tiene que ver todo esto con A Game of Thrones? En uno de los capítulos que lleva por título "Eddard", hacia la mitad del libro, el rey Robert anuncia su intención de asesinar a la pretendiente Daenerys Targaryen. Eddard Stark, el 'primer ministro' (the King's Hand) se indigna: si se cumple el capricho del rey, toda noción de orden quedará destruida, y las lealtades se expresarán hacia las tribus y no hacia el reino: "My order serves the realm, not the ruler". (Respetuoso de las formas, se asegura de estampar el sello del rey en el testamento). Pero hay más. Justo en el capítulo siguiente, Stark concluye:
No one is safe.
Ahí lo tiene: la equivalencia entre default de justicia e in-seguridad, bien planteada por George Martin. Cuando un monarca unchecked (sin frenos) aplica la justicia según criterios dictados por su voluntad, no hay ni puede haber seguridad sobre la vida, la libertad, las posesiones. "These days, the sea is safer than the kingsroad", dice un triste Stark varias páginas después. En la Argentina, la Sra. CFK está jugando un peligroso Game of Thrones. Si lo gana, viviremos sin dudas un gravísimo colapso de la seguridad.
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