"La sûreté publique..." — Guillaume-Thomas Raynal
Los tenebrosos linchamientos están generando todo tipo de comentarios y especulaciones sobre el origen de la violencia. Si algo me sorprende es ... la sorpresa de los comentaristas. Desde hace años venimos insistiendo en Contrapesos: la ausencia de contrapesos al poder político connaturaliza la violencia. En uno de mis pasajes preferidos del Antiguo Testamento, el narrador cuenta cómo los israelitas se van "en paz a sus moradas", pero solamente cuando Moisés opta por ... la independencia judicial. Éxodo 18—13-27 establece un vínculo explícito entre la paz social y la separación justicia/ejecutivo [ver]. En nuestro país, la misma idea fue formulada por los hombres de Mayo: la "seguridad pública" implica la separación de las funciones judiciales y ejecutivas (1, 2).
Lo asombroso es que no demos importancia a esta idea. Seguimos creyendo que la violencia/inseguridad se resuelve con medidas 'técnicas' de gestión administrativa. Nos cuesta aceptar esta realidad tan ampliamente ilustrada por nuestra historia y por la historia de todos los pueblos: cuando un individuo/grupo acumula todo el poder político, la resultante IMPUNIDAD —combinada con la ausencia de crédito típica de estos regímenes— genera un clima propicio para la violencia en gran escala (*). En este tipo de situaciones, se observa a menudo que la AUTORIDAD decae a medida que se acumula el poder (Argentina, Venezuela). Pero los que ejercen el poder siempre van por más, lo que lleva en última instancia a la guerra civil o entre pueblos.
* * *
Julio César, Tamerlán, Luis XIV y Napoleón Bonaparte, Hitler, Stalin, Mao y Pol-Pot — todos estos personajes ilustran el impulso violento que se apodera invariablemente de las sociedades en las que los contrapesos al poder político brillan por su ausencia. El vínculo entre poder concentrado y violencia es uno de los rasgos más logrados —y menos conocidos— de los cuentos y poemas de Jorge-Luis Borges. En "Kotsuké No Suké", un fallo absurdo pone en movimiento el ciclo de muerte y venganza; en "El hombre en el umbral", el juez-tirano muere asesinado. Por su parte, el sanguinario "Tamerlán (1336-1405)" es el poder absoluto:
Soy los dioses.
Que otros acudan a la astrología
Judiciaria, al compás y al astrolabio,
Para saber qué son. Yo soy los astros.
Que otros acudan a la astrología
Judiciaria, al compás y al astrolabio,
Para saber qué son. Yo soy los astros.
El mapa del Global Peace Index refleja bien el vínculo entre paz y contrapesos institucionales. Invariablemente, las mejores notas en "Sociedad y Seguridad" corresponden a países con altas notas en independencia judicial, libertad de prensa e independencia del banco central. Es solo cuestión de caminar un par de horas por Helsinki, Wellington o Montréal — y luego comparar con México D.F., Manila o Caracas. (Sorprenden las buenas notas de la Argentina en el Global Peace Index, dados los acontecimientos recientes). Frente a la abrumadora evidencia histórica y empírica, seguimos negándonos a culpar nuestra forma de gobierno. ¿Por qué? Mi hipótesis es que las modas que glorifican la naturaleza y lo natural nos han llevado a descuidar la importancia de las instituciones e materia de paz y seguridad.
En su best-seller Global Crisis (2012), Geoffrey Parker pone de relieve el cambio climático para explicar la tremenda violencia del siglo XVII. Pero es justamente el siglo de la intolerancia religiosa (católica y protestante), de Oliver Cromwell y el uni-cameralismo, y de Luis XIV y sus absurdas pretensiones de monarquía universal. ¡Más claro imposible! Hace poco "pesqué" al escritor Jared Diamond —destacado adversario de las explicaciones basadas en las instituciones— en una interesante contradicción. Diamond glorifica a los "pueblos originarios" de Papua Nueva Guinea, pero admite que sus masacres inter-tribales solamente fueron frenadas gracias a la intervención de ... Australia.
¿Y cómo es la forma de gobierno en Australia? Lo adivinaste: Australia funciona gracias a robustos contrapesos institucionales que dan seguridad a la vida, a la libertad y a las posesiones. La seguridad, amigos, la seguridad.
(*) En febrero de este año califiqué de BARBARIE las declaraciones del Secretario de Justicia Julián Álvarez: "Quisiera que los jueces hagan política a través de sus sentencias" [ver]. Dos meses después, llegan los linchamientos. Y mientras Venezuela se desangra, Human Rights Watch nos recuerda que "la justicia venezolana es un apéndice del poder ejecutivo". ¿Casualidad? ¿Causalidad?
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