"Diezmará asimismo vuestros ganados" — Samuel
AM | @agumack
1 Samuel 8 es uno de los más espectaculares fragmentos políticos del Antiguo Testamento. (Otro es el diálogo entre Moisés y Jetró sobre la organización del sistema judicial, en Éxodo 18). El pasaje tiene un montón de sutilezas, y mi ignorancia del hebreo clásico seguramente me impide captarlas todas. La primera pregunta es: ¿Por qué piden los ancianos de Israel un rey? Parece claro que es por un problema de seguridad. Las naciones que los rodean tienen reyes, lo que supone una amenaza constante.
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Pero hay algo más. El pedido al juez Samuel viene después de que los ancianos constataran el desastre creado por sus hijos Joel y Abías. Éstos últimos, en su calidad de jueces, "se dejaron arrastrar de la avaricia, recibiendo regalos y torciendo la justicia". Mi Biblia King James es más contundente: Joel y Abías took bribes. ¡Eran coimeros! O sea: el des-gobierno es la perversión de la justicia — y esto es lo que crea inseguridad. En definitiva, Dios le aconseja a Samuel que acepte la creación de la monarquía. Pero le ordena advertir a los israelitas sobre las tremendas consecuencias que esta institución tendrá sobre la seguridad de las posesiones:
Ésta será la potestad del rey que os ha de mandar: tomará vuestros hijos, y los destinará para guiar sus carros, y para ser sus guardas de a caballo, y para que corran delante de sus tiros de cuatro caballos. De ellos sacará sus jefes de mil y de cincuenta, y los cultivadores de sus tierras, los segadores de sus mieses y los artífices des sus armas y de sus carros. Hará asimismo que vuestras hijas sean sus perfumeras, sus cocineras y sus panaderas. Y os quitará también lo mejor de vuestros campos, viñas y olivares, y lo dará a sus criados.
Además, diezmará vuestras mieses y los productos de las viñas para darlos a sus eunucos y a otros de sus criados. Tomará también vuestros siervos y siervas, y vuestros robustos jóvenes, y vuestros asnos, y los hará trabajar para él. Diezmará asimismo vuestros ganados, y vosotros vendréis a ser esclavos suyos. En aquel día alzaréis y el grito a causa del rey que os elegisteis, y entonces el Señor no querrá oír vuestros clamores, porque vosotros mismos pedisteis tener un rey.
Todo esto se parece mucho a la Argentina actual: el rey y los regalos a sus criados (Báez, López, Ulloa, etc), la importancia de la elección del monarca (¡a no llorar después de elegirlo!), el problema de la selección de jueces, los impuestazos, la justicia y la corrupción, la inseguridad sobre las posesiones. Y por si esto fuera poco, los sensacionales párrafos de 1 Samuel 8 anticipan, por muchos siglos, la enorme dificultad que supone la construcción del poder ejecutivo.
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