« Le mépris est aujourd'hui retombé sur l'Erudition » — D'Alembert
AM | @agumack
Mariano Moreno, sin duda el político argentino de alto nivel más "leído" de nuestra historia, apenas citaba sus fuentes. Sabemos, gracias a los recientes descubrimientos de "humanidades digitales", que sus artículos se basan en una intensa lectura de los grandes autores franceses del siglo XVIII (1, 2, 3). Entre los pocos escritores mencionados en la Representación de los hacendados y la Gazeta de Buenos-Ayres figuran Tácito, Aristóteles, Jovellanos, Jefferson, Rousseau y Filangieri.
¡Magra cosecha teniendo en cuenta la amplitud de sus lecturas!
Leyendo a Moreno uno nota, por momentos, un deseo (reprimido) de dar rienda suelta a la erudición. Así, Guillaume-Thomas Raynal —el autor de su libro de cabecera, la notable Histoire des deux Indes— aparece mencionado como "el más fecundo ingenio de nuestro siglo", como un "filosofo moderno, cuyos talentos formarán siempre el asombro de la posteridad". Pero jamás da a conocer su nombre. De hecho, el artículo más erudito de Moreno ("Religión"), con citas de Montesquieu, Maquiavelo, Bayle, La Harpe, Washington, d'Alembert, Rousseau, Diderot y Polibio, nunca fue publicado (*).
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Más allá de una dosis de vanidad, natural en todo escritor, hay tres grandes razones por las cuales Moreno es tan parco en sus citas. La primera, evidente en sus escritos de abogado y en la Representación (textos anteriores a mayo de 1810), es la prudencia del autor frente a la censura. Si bien la Historia de las dos Indias circulaba con fluidez, la obra figuraba en el Index de libros prohibidos. José de Gálvez, el ministro de Indias, tenía un ataque de nervios cada vez que se mencionaba el nombre de Raynal. Ya en 1759, Claude-Adrien Helvétius (otro de los autores preferidos de Moreno), comentaba a David Hume que, de no haber sido por la censura, su nombre hubiera figurado más a menudo en De l'esprit.
La segunda razón es acaso la más interesante: Moreno no cita a sus fuentes porque se ha auto-impuesto la tarea de crear un vocabulario republicano que aún no existe en lengua castellana. Lector de Diderot y de la Encyclopédie, sabe que un idioma es algo vivo, dinámico y cambiante [ver]. Diderot, y también Condorcet (traducido por Moreno), hablaban de las "revoluciones del lenguaje" llevadas adelante por los geniales creadores de idiomas.
La interminable labor de traducción y paráfrasis de la Gazeta de Buenos-Ayres debe entenderse como una de esas "revoluciones del lenguaje", paralela —y complementaria— a la Revolución de Mayo. Citar a los verdaderos autores de cada una de las combinaciones de palabras de la Gazeta, además de poco práctico, hubiera disminuido esa dosis de novedad típica en las expresiones retóricas de los artículos de Moreno.
(*) Eduardo Dürnhöfer en Mariano Moreno. Artículos que la "Gazeta" no llegó a publicar. Buenos Aires: 1975, pp. 75-83.
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Pero podemos mencionar una tercera explicación. Moreno era un atento lector del "Discurso preliminar" de la Encyclopédie, escrito por d'Alembert. En este texto fundacional, el gran matemático afirma que el desprecio (mépris) ha recaído sobre la erudición; el exceso de erudición corresponde a la época oscura de los Escolásticos, no al Siglo de la Luces. ¡Grave sentencia! D'Alembert lanza así uno de los estigmas más duraderos de la literatura. Su ataque deja helados a una serie de talentosos escritores.
Paralizados por el estigma de la erudición, muchos autores —como Mariano Moreno en el Río de la Plata— optarán por no revelar sus fuentes [ver]. A doscientos años de distancia, y gracias a los buscadores de internet, estamos en condiciones de apreciar el enorme trabajo del Dr. Mariano Moreno como lector y escritor. Los defensores de la erudición (entre los que me encuentro) sabrán entender que el Secretario de la Junta tenía buenas razones para ser discreto.
Paralizados por el estigma de la erudición, muchos autores —como Mariano Moreno en el Río de la Plata— optarán por no revelar sus fuentes [ver]. A doscientos años de distancia, y gracias a los buscadores de internet, estamos en condiciones de apreciar el enorme trabajo del Dr. Mariano Moreno como lector y escritor. Los defensores de la erudición (entre los que me encuentro) sabrán entender que el Secretario de la Junta tenía buenas razones para ser discreto.
(*) Eduardo Dürnhöfer en Mariano Moreno. Artículos que la "Gazeta" no llegó a publicar. Buenos Aires: 1975, pp. 75-83.
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Hola Agustín. Había dejado un comentario en una de las entradas ¿pero desapareció la nota o la cambiaste?
ReplyDeleteHola Bambi mil gracias ... La borré sin dar explicaciones! (Me lo permito siempre y cuando no haya comentarios -- lamento no haber visto el tuyo). Me pareció demasiado que la entrada tenía algo de 'mala onda' para ponerlo de alguna manera.
ReplyDeleteIgual, volveré sobre este tema y otros relacionados con la erudición.
Abrazo,
AM
Admiro la erudición, de la que sos un gran exponente. Hay un límite sutil entre la erudición y la pedantería, que Aristóteles por ejemplo nunca traspuso. Ese límite es quizás similar al que hay entre la admiración y la envidia: ésta es una degeneración de aquella.
ReplyDeleteUn abrazo.