El último balance semanal de la Reserva Federal, con sus importantes anexos, muestra una baja de $24.8bn en nuestra medición de la Liquidez Dolarizada Global (LDG), definida como la suma de todos los bonos en dólares de la Reserva Federal más los títulos que ésta última custodia a nombre de bancos centrales del resto del mundo. En un escenario de QE (a pesar del modesto taper de $10bn), el cambio marginal vendrá dado por la variación en el stock de bonos de bancos centrales 'extranjeros'.
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De ahí el interés de estos datos. ¿Qué refleja la baja de la semana pasada? ¿Es un dato relevante para la economía mundial y para el precio de los activos? Empezando por la segunda pregunta, la respuesta es obvia: depende de los próximos balances. Nuevas bajas encenderían —desde mi punto de vista— serias alarmas. Lo veremos el jueves por la noche. En cuanto a posibles causalidades, se me ocurren dos. (Con respecto a los datos del Tesoro, los números de la Fed tienen la ventaja de ser publicados inmediatamente, pero tienen una desventaja: no discriminan por banco central).
Primera (y preferida) hipótesis: China. La crisis de Lehman Brothers es el equivalente de 1971-1973 para Bretton Woods II: el modelo cumplió de manera espectacular, pero está agotado. Ahora llegó el turno del 'rebalanceo' de China hacia el consumo interno. De ahí la menor acumulación de reservas. ¿Pero es posible este rebalanceo sin cambios institucionales de fondo? No lo creo — la Bolsa de Shanghai no confía [ver]. Segunda hipótesis: las monedas emergentes. La presión sobre la lira turca y otras monedas emergentes recuerda el escenario de 1997-1998.
Para hacer frente a la demanda de dólares en los países del Asia emergente, los bancos centrales vendieron masivamente sus tenencias en custodia en la Reserva Federal. La LDG colapsó, y el resultado fue un espectacular aumento de la volatilidad en los mercados. Asunto a seguir.
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