"...an institutionalized system of checks and balances" — Eswar Prasad
- Progreso social. Salió el Índice de Progreso Social 2014 (*) [VIDEO]. El índice está diseñado para medir variables como "Basic Human Needs" (incluyendo seguridad personal), bienestar y oportunidades de desarrollo personal. Los diez primeros puestos corresponden a Nueva Zelanda, Suiza, Islanda, Países Bajos, Noruega, Suecia, Canadá, Finlandia, Dinamarca y Australia. O sea: ocho países-top en 'progreso social' son también top-ten en nuestro Índice de Contrapesos [ver]. No hay misterios — el progreso y la seguridad personal se logran con independencia judicial, libertad de prensa, conectividad y banco central independiente. ¡Exactamente al revés de las recetas aplicadas en la Argentina! Otro dato: Nueva Zelanda encabeza los indicadores progreso social, contrapesos institucionales y lucha contra la corrupción. Para pensar.
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- Moneda de reserva. Está de moda pronosticar el fin del dólar como principal moneda de reserva, y su reemplazo por la moneda china (yuan o renminbi). Momentito. Hay condiciones económicas que China está lejos de lograr — y de desear. ¿Quiere China tener déficits de cuenta corriente estructurales como los Estados Unidos? ¿Está dispuesta a aceptar largos períodos de sobre-valuación cambiaria? Poco probable. En un artículo reciente, Eswar Prasad, autor de The Dollar Trap. How the U.S. Dollar Tightened its Grip on Global Finance (Princeton University Press, 2014 [ver]), argumenta que hay también condiciones político-institucionales para una moneda internacional de reserva (*). ¿Cuáles son? Adivinaste: "[an] institutionalized system of checks and balances that operates among the executive, legislative, and judicial branches of its government", y un sistema legal "independent from the executive and legislative branches of government". ¡Todo indica que el Sr. Prasad lee Contrapesos!
(*) Eswar Prasad: “The Dollar is Still King”, Project Syndicate, 14 de mayo de 2014.
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- Het Woud der Verwachting. En mi auto-impuesto programa de lectura en holandés (viví en Ámsterdam entre 2002 y 2010), me tocó leer la excelente novela histórica de Hella Haasse Het Woud der Verwachting, sobre la vida de Charles d'Orléans (1396-1465). Más allá de los (muy interesantes) aspectos novelescos, llama la atención el eterno problema político de Francia. Cuando el rey Charles VI enloquece, desaparece el poder ejecutivo. Los duques —Borgoña, Orléans, Bretaña, Armagnac, Anjou— aprovechan para acaparar territorios y poder a costa de la corona. Resultado: guerra civil, caos en las ciudades (París en particular), inseguridad, debilidad militar (¡invasión inglesa!). Luego llega la reacción de la corona con Luis XI, que se alía con los burgueses en contra de los duques. Pero claro, al final este movimiento llevará a la tiranía de Luis XIV. Es decir: nunca hubo un equilibrio duradero entre el uno (el rey), los pocos (los nobles) y los muchos (los burgueses). John Adams tenía razón: hay pocas cosas más peligrosas que un poder ejecutivo débil y fragmentado — conduce, tarde o temprano, al despotismo.
(*) Hella S. Haasse. Het Woud der Verwachting. Het leven van Charles van Orléans. Amsterdam: Querido Verlag, 1990 [1949].
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-Violencia. ¿Qué hace falta para frenar la violencia en África? Es la pregunta que formula el International Relations and Security Network de ETH Zürich (*). Respuestas: (1) modificar el sistema de "highly centralized political institutions, which are prone to foster conflict"; (2) contrabalancear la centralización del poder "with liberal institutions, especially the separation of powers – including a strong parliament, independent electoral commission, and judicial review". ¿Seguridad y contrapesos institucionales, anyone?
(*) Alan Kuperman: "Constitutional Reform and Violent Conflict: Lessons from Africa, for Africa", The International Relations and Security Network, 16 de mayo de 2014.
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(*) Eswar Prasad: “The Dollar is Still King”, Project Syndicate, 14 de mayo de 2014.
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- Het Woud der Verwachting. En mi auto-impuesto programa de lectura en holandés (viví en Ámsterdam entre 2002 y 2010), me tocó leer la excelente novela histórica de Hella Haasse Het Woud der Verwachting, sobre la vida de Charles d'Orléans (1396-1465). Más allá de los (muy interesantes) aspectos novelescos, llama la atención el eterno problema político de Francia. Cuando el rey Charles VI enloquece, desaparece el poder ejecutivo. Los duques —Borgoña, Orléans, Bretaña, Armagnac, Anjou— aprovechan para acaparar territorios y poder a costa de la corona. Resultado: guerra civil, caos en las ciudades (París en particular), inseguridad, debilidad militar (¡invasión inglesa!). Luego llega la reacción de la corona con Luis XI, que se alía con los burgueses en contra de los duques. Pero claro, al final este movimiento llevará a la tiranía de Luis XIV. Es decir: nunca hubo un equilibrio duradero entre el uno (el rey), los pocos (los nobles) y los muchos (los burgueses). John Adams tenía razón: hay pocas cosas más peligrosas que un poder ejecutivo débil y fragmentado — conduce, tarde o temprano, al despotismo.
(*) Hella S. Haasse. Het Woud der Verwachting. Het leven van Charles van Orléans. Amsterdam: Querido Verlag, 1990 [1949].
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-Violencia. ¿Qué hace falta para frenar la violencia en África? Es la pregunta que formula el International Relations and Security Network de ETH Zürich (*). Respuestas: (1) modificar el sistema de "highly centralized political institutions, which are prone to foster conflict"; (2) contrabalancear la centralización del poder "with liberal institutions, especially the separation of powers – including a strong parliament, independent electoral commission, and judicial review". ¿Seguridad y contrapesos institucionales, anyone?
(*) Alan Kuperman: "Constitutional Reform and Violent Conflict: Lessons from Africa, for Africa", The International Relations and Security Network, 16 de mayo de 2014.
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