Agustín Mackinlay | @agumack
— Mogens Herman Hansen: "The Mixed Constitution versus the Separation of Powers: Monarchical and Aristocratical Aspects of Modern Democracy", History of Political Thought, Vol. XXXI, No. 3, Autumn 2010, pp. 509-531.
Llegué a este artículo de casualidad, y decidí comparlo inmediatamente después de leer el abstract. ¡Excelente inversión! (US$17.50). El profesor Hansen lo dice con todas las letras: la separación de poderes, hoy en día, es una ficción; lo que prevalece en la mayoría de las democracias occidentales es un régimen mixto que debe más a los griegos clásicos —Platón, Aristóteles y sobre todo Polibio— que al famoso capítulo 6 del Libro XI del Espíritu de las leyes de Montesquieu. La separación de poderes fue la idea dominante del siglo XIX; pero el gobierno mixto, olvidado durante mucho tiempo, está más vigente que nunca. No sé cómo transmitir la satisfacción que me ha dado esta lectura. Porque justifica el considerable esfuerzo e inversión —en libros, en tiempo, en estudio— que supone escribir sobre checks and balances o contrapesos institucionales. Además, el artículo da pistas sobre la posible aplicación de una de las ideas que han contribuido a transformar a Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, en el área mejor gobernada del planeta.
Separación de poderes y μικτη
La separación de poderes y el gobierno mixto tienen un importante punto en común: se trata de evitar la excesiva concentración del poder político—en el primer caso separando las tres grandes funciones del gobierno, en el segundo mezclando los tres principios de organización (monarquía, aristocracia y democracia) dentro de la estructura de gobierno. (Otro punto en común es el poder ejecutivo unipersonal y fuerte). En su racconto de la separación de poderes, el Prof. Hansen utiliza el clásico texto de M. J. C. Vile; yo prefiero el no menos clásico tratado de W. B. Gwyn [1]. Con excelente criterio, Hansen presenta la constitución de Pensilvania de 1776 y el preámbulo a la constitución de Massachusetts de 1780 como ejemplos de una estricta separación de poderes. (En una valiosa nota al pie de página, añade un proyecto de enmienda constitucional de James Madison presentado en 1789).
Sin embargo, la virtual ausencia de poder ejecutivo a nivel federal obliga a los constitucionalistas estadounidenses a introducir elementos de mezcla a partir de 1787: bi-cameralismo, poder del veto del PE, confirmación de puestos-clave en el Senado, etc. En el Federalista #39, el propio Madison se refiere al mixed government, aunque no en el sentido clásico, sino en términos de la relación gobierno federal/estados. Según Hansen, es un primer reconocimiento del fracaso de la separación de poderes. El principio de judicial review, introducido en 1803, es otro duro golpe—una "violación de la separación de poderes". Aunque leí bastante sobre el tema, nunca lo había pensado en términos de mikte o μικτη. (Curiosamente, el Sr. Hansen no menciona el liderazgo del juez John Marshall, sobre el cual hay libros recientes).
En Europa el principio de gobierno mixto gana terreno en 1782, cuando el Parlamento impone un gabinete al rey de Inglaterra George III. Así comienza lo que hoy llamamos 'democracia parlamentaria', una clara ruptura con la separación de poderes. Mucho más tarde, tras la Segunda Guerra Mundial, los tribunales constitucionales introducen el principio aristocrático como contrapeso a las tendencias populistas que tanto desastre habían causado: "To quash a law by a verdict pronounced by a court is itself a breach of the separation of functions [...] The Constitutional Court has in fact become a third legislative chamber ... a mixed constitution". El Prof. Hansen menciona la corte constitucional alemana de Karlsruhe [ver] y la Court of Justice of the European Union, "the most poweful of EU institutions" [2]. Se trata de "undemocratic institutions set up to defend the
democratic ideals". También podría haber mencionado el Banco Central Europeo, cuya independencia provee un eficaz contrapeso al populismo [3].
Conclusiones
El gobierno mixto es más relevante que la separación de poderes por varias razones. No es posible gobernar de manera efectiva sin cooperación entre los poderes. Pero, al mismo tiempo, es necesario contrarrestar el natural impulso despótico del poder ejecutivo, y también el impulso —no menos natural— a la auto-destrucción llevada adelante por parlamentarios sin frenos. La separación de poderes es una teoría normativa ideada por Locke y Montesquieu; el gobierno mixto, en cambio, refleja la naturaleza humana y la eterna lucha por el poder político. Para la división de poderes, los contrapesos institucionales o checks and balances son una excepción. Lo contrario sucede en el gobierno mixto: "In the theory of the mixed constitution checks and balances are the essence of the theory". El Prof. Hansen concluye: "Modern political thought has much to learn
from the Greek and Roman political thinkers".
Un tribunal constitucional, dicho sea de paso, es una idea interesante para la
Argentina, donde la Corte Suprema ha rifado su autoridad moral [ver]. Sin necesidad de promover un cambio en la constitución, el presidente
comenzaría por nombrar un consejo asesor —formado por juristas de primer
nivel— para determinar si las normas que impulsa el propio poder ejecutivo se
ajustan a la constitución; de esta manera, se auto-limitaría mediante
un principio 'aristocrático' pensado para evitar el desliz corruptor de una
autoridad sin freno. (Ejemplo: la debacle de las AFJP). Al hacerlo, paradójicamente,
salvaría a la democracia de sí misma y recuperaría prestigio y autoridad. Con un aliciente adicional: la re-elección al alcance de la mano. Es la grandeza incomparable del
gobierno mixto, que John Adams calificaba como más honorable —para la
inteligencia humana— que todos los demás logros de la humanidad, incluyendo el invento de las lenguas.
[1] W. B. Gwyn. The Meaning of the Separation of Powers. An Analysis of the Doctrine from its origin to the adoption of the United States Constitution. New Orleans: Tulane University, 1965.
[2] Hace cerca de 20 años, la Corte adoptó en práctica el principio de stare decisis, lo que refuerza aún más su independencia. Ver Hans Baade: "Stare Decisis in Civil Rights Countries: The Last Bastion", in Peter Birks & Adrianna Pretto (eds.) Themes in Comparative Law. In Honor of Bernard Rudden. Oxford: Oxford University Press, 2002.
[3] El punto había sido destacado por Werner Bonefeld: "Europe, the Market and the Transformation of Democracy", Journal of Contemporary European Studies, Vol. 13, No. 1, 93-106, April 2005. Muy izquierdista (según me pareció), el Sr. Bonefeld protesta contra la noción de mikté. Yo, al contrario, creo que es la gran suerte de Europa.
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