"Checks and balances are our only security" — John Adams
El artículo “Milei & los contrapesos: ¡Gran noticia! Un poder legislativo mixto” (Contrapesos, 25 de diciembre) generó una serie de comentarios muy críticos de mi amigo Nicolás Patrici (@npatric). En esta nota, me atreví a presentar el ‘mega-DNU’ del presidente Javier Milei como la antesala de una nueva arquitectura constitucional sobre la base de un poder legislativo ‘mixto’ en la Argentina.
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El Dr. Patrici se desempeña como director de estrategia de la asociación OBREAL, una asociación de universidades, centros de investigación e instituciones de educación superior de América Latina, el Caribe, África, Europa, el Medio Oriente e India. Nos conocimos en Ámsterdam en 2007. Yo enseñaba International Political Economy (IPE) en la Universidad de Leiden.
Nicolás, en esa época, estaba terminando su doctorado en filosofía y se desempeñaba como fellow researcher del departamento de filosofía de la Universidad de Leiden. Un mutuo interés por el liberalismo clásico nos llevó a organizar un seminario informal, en un café cercano al Estadio Olímpico de Ámsterdam, sobre la noción de liderazgo fundacional.
Leímos, entre otros textos, Éxodo 18, Magna Carta, la Vida de Licurgo de Plutarco, el Federalista # 10 de James Madison, la correspondencia Adams-Jefferson, y el discurso de despedida de George Washington [ver]. El Dr. Patrici está muy lejos de compartir mi posición sobre el significado del DNU del presidente Javier Milei.
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Nicolás Patrici (NP). Leí tu artículo sobre el DNU y la posibilidad de una pseudo capacidad legislativa basada en principios no electivos. Mi lectura: sos demasiado optimista. Éstas son algunas de mis críticas:
(1) Javier Milei no tiene capacidad de ejercer ningún liderazgo constitucional. Su propia actitud política es contradictoria y populista—no muy diferente al peronismo.
(2) En varias expresiones públicas, el presidente ha nombrado empresas a las que parece favorecer, y eso es escandaloso.
(3) El Consejo Legislativo sueco se ocupa del control de la validez legal y de las formas; no tiene la capacidad de proponer leyes porque eso afectaría el origen de la soberanía y no su control. Tu punto de vista me parece excesivamente optimista.
Agustín Mackinlay (AM). Admito que me preocupa mi propio optimismo. Lo que intento en la nota es ilustrar una idea clave de Montesquieu-Adams: ¿Cómo introducir el régimen mixto dentro de un esquema institucional de separación de poderes? Se trata de ‘construir’ un poder legislativo en el que participan tres elementos distintos e independientes entre sí: el monocrático-monárquico, el oligocrático-aristocrático y el policrático-democrático.
El grupo liderado por Federico Sturzenegger —claramente el ‘legislador’ más importante en este momento— puede ser visto como el elemento oligocrático de un emergente poder legislativo, muy distinto del que existía hasta ahora. Aquí viene la paradoja: lejos de debilitar los checks and balances, como cree el 99.99% de los comentaristas, el grupo de Sturzenegger puede aportar un muy necesario equilibrio ‘meritocrático’.
NP. Interesante. Pero esto tiene poco que ver con lo que decís del sistema sueco y su respeto por las formas.
AM. Tu punto sobre las formas es muy bueno. Creo que el presidente Milei podría haber utilizado otro tipo de liderazgo para introducir su programa, incluso sin DNU. En cuanto al sistema sueco, tocamos el 'quid' de la cuestión. Toda legislación es introducida por el gobierno y analizada por el Consejo Legislativo antes de su aprobación. Es el principio de judicial preview. Es cierto que los diputados tienen la última palabra en materia de aprobación.
Pero atención: cuando los jueces perciben muchos 'vaivenes' entre el gobierno, el Consejo Legislativo y los diputados, intuyen que la legislación propuesta tiene problemas, y que deberán muy probablemente intervenir más adelante en términos de judicial review. ¿Qué tipo de problemas? Falta de conformidad a: (a) principios legales generalmente admitidos; (b) la constitución del reino de Suecia; (c) las normas de la Unión Europea.
En otras palabras: la soberanía es compartida. En el proceso legislativo intervienen el gobierno, el parlamento y el Consejo Legislativo (donde obligatoriamente participan jueces de la corte suprema, es decir miembros del poder judicial). Además de judicial review, hay judicial preview. Esto virtualmente elimina la posibilidad de absurdas ‘leyes de alquileres’, cepos, etc.
(1) Javier Milei no tiene capacidad de ejercer ningún liderazgo constitucional. Su propia actitud política es contradictoria y populista—no muy diferente al peronismo.
(2) En varias expresiones públicas, el presidente ha nombrado empresas a las que parece favorecer, y eso es escandaloso.
(3) El Consejo Legislativo sueco se ocupa del control de la validez legal y de las formas; no tiene la capacidad de proponer leyes porque eso afectaría el origen de la soberanía y no su control. Tu punto de vista me parece excesivamente optimista.
Agustín Mackinlay (AM). Admito que me preocupa mi propio optimismo. Lo que intento en la nota es ilustrar una idea clave de Montesquieu-Adams: ¿Cómo introducir el régimen mixto dentro de un esquema institucional de separación de poderes? Se trata de ‘construir’ un poder legislativo en el que participan tres elementos distintos e independientes entre sí: el monocrático-monárquico, el oligocrático-aristocrático y el policrático-democrático.
El grupo liderado por Federico Sturzenegger —claramente el ‘legislador’ más importante en este momento— puede ser visto como el elemento oligocrático de un emergente poder legislativo, muy distinto del que existía hasta ahora. Aquí viene la paradoja: lejos de debilitar los checks and balances, como cree el 99.99% de los comentaristas, el grupo de Sturzenegger puede aportar un muy necesario equilibrio ‘meritocrático’.
NP. Interesante. Pero esto tiene poco que ver con lo que decís del sistema sueco y su respeto por las formas.
AM. Tu punto sobre las formas es muy bueno. Creo que el presidente Milei podría haber utilizado otro tipo de liderazgo para introducir su programa, incluso sin DNU. En cuanto al sistema sueco, tocamos el 'quid' de la cuestión. Toda legislación es introducida por el gobierno y analizada por el Consejo Legislativo antes de su aprobación. Es el principio de judicial preview. Es cierto que los diputados tienen la última palabra en materia de aprobación.
Pero atención: cuando los jueces perciben muchos 'vaivenes' entre el gobierno, el Consejo Legislativo y los diputados, intuyen que la legislación propuesta tiene problemas, y que deberán muy probablemente intervenir más adelante en términos de judicial review. ¿Qué tipo de problemas? Falta de conformidad a: (a) principios legales generalmente admitidos; (b) la constitución del reino de Suecia; (c) las normas de la Unión Europea.
En otras palabras: la soberanía es compartida. En el proceso legislativo intervienen el gobierno, el parlamento y el Consejo Legislativo (donde obligatoriamente participan jueces de la corte suprema, es decir miembros del poder judicial). Además de judicial review, hay judicial preview. Esto virtualmente elimina la posibilidad de absurdas ‘leyes de alquileres’, cepos, etc.
¿Por qué no podría ser así en la Argentina?
NP. No me convence el paralelo Sturzenegger-Lagrådet. El Consejo Legislativo de Suecia está integrado por especialistas en temas jurídicos que son, por así decirlo, ‘guardianes’ de la constitución. Y esto es algo muy diferente a lo que está sucediendo con el DNU y con otras propuestas de Milei.
NP. No me convence el paralelo Sturzenegger-Lagrådet. El Consejo Legislativo de Suecia está integrado por especialistas en temas jurídicos que son, por así decirlo, ‘guardianes’ de la constitución. Y esto es algo muy diferente a lo que está sucediendo con el DNU y con otras propuestas de Milei.
Otro punto: ¿Por qué pensás que Federico Sturzenegger y su grupo "tienen mérito"? A mí me parecen más un grupo de paracaidistas que otra cosa. No son ni han sido jueces supremos. Me suena más a la privatización del poder legislativo y a un intento ultra-populista de marcarle la cancha a la ya fragmentada oposición con un golpe de efecto.
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AM. El CV del Sr. Sturzenegger es suficiente muestra de su mérito. Pero atención: vos y yo somos grandes lectores de la correspondencia Adams-Jefferson. Seguramente recordás las dudas que Adams plantea a la idea de la natural aristocracy defendida por Jefferson.
NP. Claro que sí: “Your ἄρiςτοi are the most difficult Animals to manage, of any thing in the whole Theory and practice of Government. They will not Suffer themselves to be governed” (Adams a Jefferson, 9 de julio de 1813). Es decir: los hombres de mérito también pueden convertirse en déspotas si no están debidamente controlados.
Me temo que esto sucederá con Sturzenegger y su grupo. Los temores de Adams frente a los aristócratas fuera de control —es decir: oligarcas en el sentido de Polibio— están bien analizados por Luke Mayville en John Adams and the Fear of American Oligarchy (Princeton University Press, 2016).
NP. Otro tema. Hemos hablado en otras oportunidades del disparate que supone el régimen político argentino de tipo presidencialista y ‘winner-takes-all’. Ganar una elección en Argentina significa acceder a un poder prácticamente fuera de control. Así las cosas, resulta imposible evitar el protagonismo de exaltados demagogos. Ahí veo una clara contradicción en tu opinión optimista sobre Milei.
Decís que el DNU representa una oportunidad para fortalecer los frenos y contrapesos, pero al mismo tiempo el propio DNU muestra un comportamiento arbitrario. Es un dilema sin solución. Yo temo que vamos camino a un hiper-presidencialismo al estilo de Carlos Menem, potenciado por el extraño populismo de Javier Milei.
AM. Touché! Es un punto débil de mi razonamiento. Tal vez sea necesario volver a nuestras lecturas sobre el liberalismo y el papel del liderazgo fundacional. La paradoja del líder fundacional es que ejerce un poder fuerte —y hasta brusco si es necesario— para sentar las bases del régimen moderado. Una vez creadas las condiciones de la libertad, renuncia a toda acumulación indebida de poder.
Sobre este punto, es interesante notar que el propio Jean-Jacques Rousseau, campeón del republicanismo democrático, hace intervenir el principio monocrático (por la puerta trasera) en el momento fundacional. Lo hace con Licurgo, gran figura (mítica) del régimen mixto, al cual dedicamos una sesión de nuestro ‘seminario’ de Ámsterdam.
¿Lo sabrá el Sr. Milei?
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NP. Es cierto que una “revolución desde adentro” es prácticamente imposible. De todas maneras, tu punto de vista es excesivamente optimista. Habrás leído recientes comentarios del presidente Milei, prácticamente incitando a un caos institucional si el Congreso rechaza el DNU. Al final de cuentas, no creo que esto termine bien.
Milei se auto-proclama lector de la Biblia. Hay escenas del Antiguo Testamento de una violencia extrema: el que no se ciñe a la Ley proclamada por el líder Moisés sufrirá devastadoras consecuencias. Me temo que el delirio de las ‘Fuerzas del Cielo’ expresado por Milei va en esa dirección irracional—y potencialmente portadora de violencia.
AM. The Economist acaba de publicar una escalofriante nota según la cual tres de cada diez ciudadanos estadounidenses creen que “Dios ha elegido a Trump para gobernar” [ver]. Es un escenario preocupante. ¿Hasta qué punto el presidente Milei comparte delirios de este tipo? No lo sabemos.
Notarás que la Torá también incluye pasajes que anuncian la separación de poderes y el principio meritocrático como factor de equilibrio político. Me refiero en particular al magnífico texto de Éxodo 18 (1, 2, 3). Un ‘extranjero’, Jethro, el suegro de Moisés, le enseña nada más y nada menos que la independencia judicial.
Ahí radica la grandeza del liderazgo constitucional: aceptando consejos de un extranjero, el líder (Moisés) renuncia a la acumulación excesiva de poder. Al hacerlo, genera una sensación de seguridad en la comunidad y consigue afianzar su liderazgo. En otra oportunidad podemos hablar de Macabeos. Sabemos que Milei lo ha leído. Es otro texto bíblico con un sorpresivo costado ‘institucional’.
AM. The Economist acaba de publicar una escalofriante nota según la cual tres de cada diez ciudadanos estadounidenses creen que “Dios ha elegido a Trump para gobernar” [ver]. Es un escenario preocupante. ¿Hasta qué punto el presidente Milei comparte delirios de este tipo? No lo sabemos.
Notarás que la Torá también incluye pasajes que anuncian la separación de poderes y el principio meritocrático como factor de equilibrio político. Me refiero en particular al magnífico texto de Éxodo 18 (1, 2, 3). Un ‘extranjero’, Jethro, el suegro de Moisés, le enseña nada más y nada menos que la independencia judicial.
Ahí radica la grandeza del liderazgo constitucional: aceptando consejos de un extranjero, el líder (Moisés) renuncia a la acumulación excesiva de poder. Al hacerlo, genera una sensación de seguridad en la comunidad y consigue afianzar su liderazgo. En otra oportunidad podemos hablar de Macabeos. Sabemos que Milei lo ha leído. Es otro texto bíblico con un sorpresivo costado ‘institucional’.
NP. Creo que estás confundiendo el momento fundacional —potencialmente portador de violencia política— con el ‘Estado administrativo’ que describe Éxodo 18. Y notarás el auto-proclamado tono 'pseudo-fundacional' de los documentos enviados al Congreso. Muy preocupante.
Quedan temas pendientes como la virtual desintegración de JxC. Esto significa la desaparición de un partido político organizado ‘de derecha’. En otros términos: desaparece del tablero una pieza que podría ejercer cierta contención frente a los desbordes pasionales del auto-proclamado nuevo líder político de la Argentina.
AM. Muchas gracias Dr. Nicolás Patrici. ¡Seguiremos dialogando!
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