Sunday, August 28, 2022

NOTAS SOBRE LA CRISIS: POR QUÉ FRACASA LA SEPARACIÓN DE PODERES

AM | @agumack

"... modérer le mouvement trop précipité" — Emmanuel-Joseph Sieyès

El 27 de agosto publiqué este tuit: "Argentina, o la lección del gobierno mixto: la democracia solo sobrevive si incorpora elementos de los regímenes opuestos—el principio monárquico (PE uni-personal y fuerte) y el aristocrático-meritocrático (personas idóneas en puestos-clave: jueces, banqueros centrales, otros)". La inspiración del tuit es fácil de adivinar: la Política de Aristóteles. 

Lo que generalmente conocemos bajo 'separación de poderes' (1, 2, 3, 4, 5, 6) es ... una quimera. Sin embargo la mayoría de los analistas sigue creyendo en la capacidad de este arreglo institucional para generar eficaces frenos y contrapesos ante situaciones de abuso de poder. A una condición: se necesita políticos responsables. Justamente ahí está el problemaIf men were angels.

Sieyès, los revolucionarios franceses y ... la Argentina
En su magnífico estudio del pensamiento político y constitucional en la Revolución francesa, Marcel Gauchet subraya la ilusión de Emmanuel-Joseph Sieyès hacia 1791: el nuevo sistema, basado en la separación de poderes, debe ser capaz de "auto-corregirse" en caso de desvío autoritario. El étrange rousseauisme de los revolucionarios acabará rápidamente con esa ilusión (*).

En pocos años quedará destruido el principio monárquico y toda noción de independencia judicial. El resultado: caos, inflación y guerra. La salida será el despotismo de Napoléon Bonaparte a partir de 1799. No hubo 'auto-corrección'. La obvia lección es que la separación de poderes por sí sola no alcanza — los ángeles no existen. En la Argentina, el abuso de poder proviene del ejecutivo controlado por CFK. 

Rescatar una antigua tradición política
En Contrapesos animamos a los estudiosos a prestar atención a otra fuente de ideas en materia de contrapesos institucionales: el gobierno mixto. El punto de partida es que las sociedades se organizan de manera más o menos espontánea según tres principios: 

(1) Siempre habrá líderes excepcionales con vocación de poder unipersonal; 

(2) Siempre habrá ciudadanos más destacados que otros;

(3) Siempre habrá un pueblo deseando ser tenido en cuenta.

Es necesario mezclar/combinar estos frenemies, de manera que colaboren entre sí y se controlen mutuamente. Así funcionan EEUU, Canadá, las monarquías constitucionales de Europa del Norte, NZ y Australia, Suiza, Japón, la mayoría de los países de la UE, incluyendo los notables Bálticos.

Con la posible excepción de Suiza, estos países combinan elementos democráticos (elecciones, parlamento), aristocrático-meritocráticos (jueces y banqueros centrales independientes), y un sorprendente vestigio monárquico (el poder ejecutivo uni-personal y fuerte). L'uno guarda l'altro [ver].

* * *

El gobierno mixto refuerza la muy necesaria separación de poderes, en particular entre el ejecutivo y el judicial. Es más: la hace posible porque coloca un freno a la eterna lucha por el poder. Mientras tanto, el más grande y más importante de estos países está siendo atacado, hoy mismo, por un líder ultra-ambicioso que pretende desarmar el esquema de contrapesos para instalar un régimen despótico.

Sería interesante recopilar una lista de los requerimientos para ser nombrado en el banco central o en la corte suprema de los países de Europa del Norte, Canadá, NZ y Australia, y enumerar las condiciones bajo las cuáles se respeta el tenure de estas posiciones. Veríamos hasta qué punto el principio aristocrático-meritocrático impone una barrera a los demagogos ávidos de poder y riqueza, al tiempo que crea las condiciones para que el pueblo tenga acceso al crédito y a la justicia.

Si tengo tiempo ...

(*) Marcel Gauchet. La Révolution des pouvoirs. La souveraineté, le peuple et la représentation 1789-1799. Paris: Gallimard, 1995,  p. 65. Había visto este libro en Amsterdam hace varios años, y finalmente lo compré en 2020 en París. A pesar de su estilo por momentos complicado, Gauchet describe bien el dilema de la Revolución francesa: cómo lograr el equilibrio político en medio del étrange rousseauisme que otorga a los representantes del pueblo un férreo e innegociable monopolio del poder. La respuesta: no es posible. En ausencia de equilibrio, la Revolución termina en 1799 con la entrada en escena del déspota Napoléon Bonaparte. Brillante [ver].

                                                  

No comments:

Post a Comment