Friday, July 24, 2020

JOHN ADAMS: CONTRAPESOS, GOBIERNO MIXTO & SEPARACIÓN DE PODERES

AM | @agumack

"Equally arbitrary cruel, bloody and, in every respect, diabolical" — John Adams

En nuestra cultura política, cuando pensamos en contrapesos institucionales lo hacemos habitualmente en términos de la separación de poderes. Es el caso, por ejemplo, del diputado Luis Petri (@luispetri). Está muy bien. Pero, claramente, no se trata de contrapesos muy robustos. Separación de poderes o no, el kirchnerismo avanza a mil por hora y 'va por todo'. ¿Por qué es insuficiente la separación de poderes como mecanismo de frenos y contrapesos? Esta pregunta fundamental nos da la oportunidad de volver a John Adams. En su fabuloso libro sobre las lecturas de Adams, Zoltán Haraszti escribe: "Adams, of course, well knew that a rigid separation of the three powers would inevitably result in a 'simple' government" [1]. Llevo veinte años leyendo y escribiendo sobre estos temas, pero la frase de Haraszti no deja de impresionarme. Veamos de qué se trata.

* * *

Desde su primer viaje en 1778 hasta su muerte el 4 de julio de 1826 —el mismo día que Thomas Jefferson, exactamente 50 años después de la Declaración de Independencia—, John Adams siempre tiene a Francia en mente [2]. (Cuando vuelva a Barcelona, donde tengo 5 tomos de documentos de Adams sobre Francia, daré más detalles). Resumiendo de manera muy esquemática su pensamiento, creo que podemos trazar las principales líneas de su visión de la Revolución francesa. El punto de partida es el siguiente: bajo un régimen uni-cameral con poder ejecutivo débil, una estricta separación de poderes puede allanar el camino al gobierno 'simple', es decir, despótico. ¿Por qué? Por dos grandes razones.

Por un lado, la ausencia (o la debilidad) del poder de veto debilita al ejecutivo. El poder de veto es el instrumento clave para que el elemento monárquico —en el sentido de los griegos clásicos— tenga participación en el poder soberano. El poder soberano, para Adams, es el legislativo, y siempre debe estar dividido para dar cabida a los tres principios: democrático, monárquico y aristocrático. Sin veto, es decir, con estricta separación de poderes, el ejecutivo queda irremediablemente debilitado. Por otro lado, la falta de cooperación entre el rey y el parlamento —otro rasgo de la estricta separación de poderes— dificulta la acción del gobierno durante una crisis.

Y esa crisis llega en 1791-1792 con la guerra entre Francia y las monarquías vecinas. El 20 de octubre de 1791, el 'Girondino' Jean-Pierre Brissot —duramente criticado por Adams en su correspondencia con Jefferson— enciende las pasiones con su discurso sobre la "necesidad" de declarar la guerra a los monarcas europeos. La Fayette, también criticado por Adams, es otro partidario de la guerra. Lo que sigue es, obviamente, historia: la guerra que comienza en abril de 1792 desemboca en el caos y en la destrucción del poder ejecutivo, muy debilitado desde el arresto del rey en Varennes en junio de 1791. En 1813, Adams escribe a Jefferson:

The Greeks in their Allegorical Style Said that the two Ladies Αριςτοcρατια and δημοcατια, always in a quarrel, disturbed every neigbourhood with their brawls [...] when La Fayette harangued you and me, and John Quincy Adams, through a whole evening in your Hotel in the Cul de Sac, at Paris; and develloped the plans then in Operation to reform France: though I was as silent as you was, I then thought I could Say Something new to him: In plain Truth I was astonished at the Grossness of his Ignorance of Goverment and History, as I had been for Years before at that of Turgot, Rochefaucault, Condorcet and Franklin [3].

En ausencia de contrapesos efectivos —en particular, en este caso, en ausencia de un Senado 'aristocrático' como contrapeso de la turbulenta Asamblea— la victoria aplastante del principio democrático termina por demoler al ejecutivo (el principio monárquico). El desenlace es inevitable: el caos. Y frente al caos —militar, social, económico, inflacionario— el δῆμος acepta con gusto la entrada en escena del tirano (primero Robespierre, luego Bonaparte). Es así como llegamos al gobierno 'simple'. Es una versión moderna de la 'anaciclosis' de Polybios, claramente entendida por nuestro gran Mariano Moreno, justo cuando Jefferson se retira a Monticello [ver].

* * *
Pero Adams sabe muy bien que su interpretación será tergiversada por sus oponentes 'pro-democráticos' (hoy diríamos: de izquierda), que le lanzarán una crítica tan obvia como injusta—favorecer la 'aristocracia'. En realidad, Adams le teme a todo monopolio del poder soberano, cualquiera sea su principio—democrático, aristocrático [ver] o monárquico:

The fundamental Article of my political Creed is, that Despotism, or unlimited Sovereignty, or absolute Power is the Same in a Majority of a popular Assembly, an Aristocratical Counsel, an Oligarchical Junto and a Single Emperor. Equally arbitrary cruel bloody and in every respect, diabolical. Accordingly arbitrary Power, wherever it has resided, has never failed to destroy all the records Memorials and Histories of former times which it did not like and to corrupt and interpolate Such as it was cunning enough to preserve or to tolerate [4].

Un pensamiento plenamente vigente
En 2020, el pensamiento de John Adams mantiene toda su vigencia. Es cierto que, hoy en día, el elemento aristocrático —como contrapeso de los otros dos principios— no se expresa en un robusto bicameralismo. Pero su contribución al equilibrio político es notable en países con: (a) altas notas en independencia judicial, donde los jueces tienen seguridad sobre el tenure de sus cargos (1, 2); (b) cortes supremas y/o tribunales constitucionales con poder efectivo de judicial review [ver]; (c) bancos centrales independientes, cuyos gobernadores tienen seguridad de tenure [ver].

En su luminoso artículo sobre los contrapesos institucionales bajo separación de poderes y gobierno mixto, muchas veces citado en Contrapesos, el Prof. Herman Mogens Hansen califica a los tribunales constitucionales de Europa del Norte de third legislative chamber que actúa como contrapeso al principio democrático y monárquico. No puedo pensar en un mejor ejemplo para mostrar hasta qué punto las ideas políticas de John Adams siguen vigentes. Hay muchísimo más para contar y debatir sobre Adams—pero esta entrada ya es demasiado larga.

[1] Zoltán Haraszti. John Adams and the Prophets of Progress. Harvard University Press, 1952, pp. 27-28. La Constitución francesa de 1791 proclama: "Toute société dans laquelle la garantie des droits n'est pas assurée, ni la séparation des pouvoirs déterminée, n'a point de constitution" [ver].

[2] Acabo de ver este paper (no le he leído). Jonathan Green: "John Adams' Montesquieuean moment: Enlightened Historicism in the Discourses on Davila", Journal of the History of Ideas, 2016, 77 (2), 227-251.

[3] Adams a Jefferson, 13 de julio de 1813. Ver Lester J. Cappon. The Adams-Jefferson Letters. The Complete Correspondance between Thomas Jefferson and Abigail and John Adams. Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 1987, p. 323.

[4] Adams a Jefferson, 13 de noviembre de 1813.
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