CRISTINA vs. DILMA
"... aperfeiçoar as instituições" — Dilma Rousseff

Por AM

Sube el dólar en el mundo, baja el precio de los commodities [ver], se instala un clima deflacionario; colapsa la liquidez endógena o micro (la liquidez macro todavía sigue firme). Estamos lejos, muy lejos de las condiciones que terminaron por voltear al gobierno de Fernando de la Rúa. Pero la dirección es la misma. La Argentina, cuya moneda está fragilmente atada al dólar, enfrenta el dilema fatal de un alto costo de la mano de obra (aumentos salariales, dólar en alza) y —simultáneamente— alto costo del capital (ausencia de contrapesos institucionales).

¿Cómo van a reaccionar las empresas? ¿Qué hará el gobierno? Me permito recordar una entrada escrita al morir Néstor Kirchner:

Por empezar, no tenemos moneda propia. Por más que nos aseguren lo contrario, el peso es apenas un medio de pago para transacciones pequeñas. Dada la ausencia de un banco central independiente, no es ni puede ser unidad de cuenta ni reserva de valor. Desde este punto de vista, el Sr. Kirchner innovó menos de lo que se cree: el peso sigue atado al dólar — solo que a un nivel diferente. Cuando venga un fase bajista del ciclo global (y el dólar se aprecie frente al real, entre otros), la Argentina no podrá ajustar el tipo de cambio sin generar un gran salto en las expectativas inflacionarias.

Mientras tanto, el poder ejecutivo hace lo imposible por aumentar la desconfianza sobre la estabilidad de las posesiones. En el mercado de crédito, cuando un oferente de recursos prestables lee esta nota de Adrián Ventura sobre las mentiras de la "justicia" argentina, su decisión no demora ni tres segundos: "Prestaré, pero a otra tasa". Note la démarche completamente opuesta del Brasil:

(1) Gracias al banco central independiente, nuestro vecino tolera una leve devaluación del real sin alterar las expectativas inflacionarias;

(2) La Sra. Rousseff opta por luchar frontalmente contra la corrupción — es decir, implanta contrapesos institucionales para bajar los costos impuestos por la política.

¡Bravo, Dilma!
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