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"... el banco central dependiente del ejecutivo es un peligro" — Lucas Llach
El jueves pasado en su blog La Ciencia maldita, Lucas Llach (@lucasllach) publicó una entrada bajo el título: "¿Queremos un banco central independiente?" De inmediato salí a felicitarlo por Twitter. Es una nota importante—Lucas tiene cerca de 30 mil seguidores, y aparece con cierta frecuencia en los medios. El Dr. Llach se pronuncia, de manera contundente y sin ambigüedades, a favor de un banco central independiente en la Argentina. ¡Enhorabuena! Aprovecho este mini-acontecimiento para repasar algunas de las ideas de este blog sobre la materia [ver]. Además, tengo una propuesta concreta: crear, de las cenizas del difunto BCRA, un Banco Federal de Reserva independiente.
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[1] ¿Hacia un Banco Federal de Reserva? El des-gobierno kirchnerista ha destruido el antiguo Banco Central de la República Argentina. Desde la renuncia de Alfonso Prat-Gay, el BCRA se ha convertido en BRCK. (Martín Redrado hizo muy poco para defender su independencia). Ahora está fundido. De esta no se levanta más. Llegó la hora de reemplazar esta institución 'unitaria', sin misión y sin prestigio por un Banco Federal de Reserva, independiente del poder ejecutivo. La sede sería el actual edificio del BCRA. El Gobernador del BFR sería nombrado por el presidente (a mitad de su mandato) por plazos máximos de dos mandatos de 4 a 5 años cada uno; tendría asegurado el tenure por ley, como sucede en el BCE. Sin tenure asegurado, no hay independencia.
[2] Matar varios pájaros de un tiro. Como señala O. Pérez Sammartino, la Constitución Nacional se refiere a un "banco federal". La creación de un Banco Federal de Reserva permitiría generar: (a) institucionalidad y respeto a la Constitución; (b) federalismo: habría 5 o 6 regiones, cada una representada por un miembro en la Junta de Gobernadores del BFR, con voz y voto en decisiones de política monetaria (Cuyo, Córdoba, Buenos Aires, Capital Federal, etc); (c) disciplina fiscal: si se lo explica bien, tendríamos el instrumento ideal para llevar adelante una drástica revisión del gasto público aceptable para el electorado (de poco sirve, desde el punto de vista retórico, despotricar contra el gasto sin vincular ese esfuerzo a un objetivo claramente percibido por la sociedad como ventajoso).
[3] Gobernador. El Gobernador del Banco Central de Reserva tiene que ser un economista con doctorado relevante, experiencia en mercados financieros, dominio del inglés y reconocida capacidad técnica. Necesita buenos dotes de comunicación, es decir capacidad de expresarse tanto en un lenguaje técnico como para 'Doña Rosa'. Tenemos el candidato ideal: José-Luis Espert (@jlespert). El Dr. Espert combina experiencia en mercados, enorme capacidad técnica, dominio del inglés, capacidad de comunicación, prestigio en medios empresarios. Es una persona del interior; conoce todo el país (y el país lo conoce). ¿Por qué no?
[4] Swaps y prestigio. En pocos meses de desempeño serio e independiente, verificable a partir de metas de inflación, el Banco Federal de Reserva lograría acuerdos de swap con la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco Central do Brasil y tal vez los de Chile y Uruguay. Pasaría a integrar una red o network de lo que Jean-Claude Trichet llamaba sister central banks. El solo hecho de pertenecer a esta red haría que la independencia del BFR quede 'locked in'. En otras palabras: un acuerdo de swap con la Fed/BCE virtualmente eliminaría la posibilidad de mega-devaluaciones, y generaría por esa vía un drástico cambio en las expectativas inflacionarias, en las tasas de interés, y en la disponibilidad de crédito a largo plazo.
[5] ¡Más institucionalidad! Uno de los grandes problemas de la economía argentina es el alto costo del capital y del trabajo. En ese sentido, las experiencias pasadas de baja inflación sugieren una dosis de cautela. Corremos el riesgo de tener una moneda demasiado fuerte relativamente al estado de las instituciones. Fue el gran problema de la convertibilidad, y es el problema (hoy) de Grecia y de la parte Sur de la eurozona. A la larga, un banco central independiente solo funciona en un contexto de imperio de la ley, independencia judicial y bajos niveles de corrupción. Solo así es posible que baje el costo del capital. Si es aceptado como beneficioso por la sociedad, un banco central independiente puede convertirse por esta vía en una gran herramienta de institucionalidad. Así sucedió en Suecia, Nueva Zelanda, Canadá, etc.
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