LA COLUMNA DE F&C. ¿QUIÉN CONTROLA A NÉSTOR KIRCHNER?
Por Agustín Mackinlay (*)
agustin_mackinlay@yahoo.com
¿Quién controla a Néstor Kirchner? La pregunta es particularmente relevante en la Argentina de 2009, virtualmente manejada por un hiperactivo diputado electo. Su mujer, Cristina Fernández de Kirchner —votada para ejercer el poder ejecutivo en 2007— parece actuar como una vocera presidencial sin particular relevancia política. Si este cuadro describe adecuadamente la situación del poder ejecutivo en la Argentina, la pregunta que da origen a esta columna se vuelve cada vez más urgente: ¿QUIÉN CONTROLA A NÉSTOR KIRCHNER? Para intentar dar una respuesta a este interrogante, no está demás recordar un hecho sorprendente, publicado en la Gazeta de Buenos-Ayres el 15 de octubre de 1810: los comerciantes británicos en el Río de la Plata se dirigen "à el Protector de la Bibliotéca, Sr. Dr. D. Mariano Moreno" con una lista de volúmenes donados, entre los cuales figura la Constitución de Inglaterra, de Jean-Louis De Lolme (1740-1806). Deseosos de contra-arrestar la creciente influencia estadounidense —David DeForest divulgaba entonces el "Discurso de Despedida" de Washington a sus amigos de la Junta porteña— los británicos hacían su aporte en materia de munición intelectual al primer gobierno patrio.
De Lolme & la naturaleza del poder ejecutivo
En nuestro anterior blog fuimos los primeros en señalar la bizarra naturaleza del poder ejecutivo argentino a partir de 2007: partiendo de la noción rusa de двоевластие o dvoyevlastiye, llegamos a las ideas de los constitucionalistas estadounidenses Hamilton, Jefferson, Adams y Washington [ver]. La magia de internet fue tal que estas ideas comenzaron a circular rápidamente, y pronto llegó la idea del "doble comando". A partir de 1787, los estadounidenses llegan a una clara conclusión: un poder ejecutivo compartido es la ante-sala del ... caos. No es posible evitar los celos e intrigas entre personas colocadas en una misma situación de poder. La Resolución 125, vale la pena recordar, nace precisamente de la pelea entre Lousteau (Cristina) y Moreno (Kirchner). Pero fue el suizo De Lolme el primero en presentar de manera sistemática la necesidad de un poder ejecutivo uni-personal y fuerte. Rescatar a De Lolme significa rescatar una valiosa tradición, peligrosamente descuidada en nuestro país; también nos permite responder a la urgente cuestión del control ciudadano sobre Néstor Kirchner.
En la dura batalla contra las ideas de su compatriota Jean-Jacques Rousseau, el ginebrino De Lolme publica en 1771 su Constitution de l'Angleterre ou Etat du gouvernement anglais. Se trata de uno de los textos más importantes en la historia de los frenos y contrapesos [1]. Constantemente re-editada durante el siglo XIX, llega a la Biblioteca de Mariano Moreno en plena lucha entre morenistas y saavedristas — es decir, en una situación de poder ejecutivo compartido. Contrariamente a las ideas de los rousseauistas, De Lolme considera que el poder ejecutivo concentrado, uni-personal y fuerte es una condición esencial para la protección de la libertad. En primer lugar, un poder ejecutivo diluido es una enorme tentación para demagogos deseosos de adueñarse de una fracción del poder; este "mecanismo de traición" está bloqueado por el poder ejecutivo uni-personal. (De Lolme considera el poder ejecutivo diluido "una plaga, un cáncer" de la libertad). En segundo lugar —y este es el argumento que nos interesa aquí— el poder ejecutivo concentrado y uni-personal es controlable.
¡No es fácil controlar un poder ejecutivo diluido! No es fácil controlar a Néstor Kirchner. En un poder ejecutivo diluido, los integrantes se denuncian unos a otros (Cristina: "Kirchner no sabe"), y nadie sabe bien quién tiene la responsabilidad de los actos de gobierno. De la misma manera que es necesario dividir el poder legislativo —de lo contrario sería demasiado poderoso— es necesario concentrar el poder ejecutivo. Y es necesario hacerlo no solamente por una cuestión de agilidad en situaciones de crisis (el argumento de los estadounidenses), sino por una imperiosa necesidad de accountability en tiempos normales. Para el estudioso del crédito público, se trata de un tema particularmente interesante: en 1781, Jacques Necker, compatriota de De Lolme, le aconseja a Luis XVI que publique las cifras fiscales de Francia para lograr transparencia, confianza y menores tasas de interés. La Argentina, es necesario decirlo, no ha logrado resolver el problema del poder ejecutivo. Acaso los comerciantes ingleses que entregaron a Mariano Moreno los dos tomos de la Constitución de Inglaterra intuían un futuro plagado de Juntas, Directorios y Triunviratos. (Algo parecido estaba sucediendo en España, lo que desesperaba a Jovellanos). En todo caso, la lectura de Jean-Louis De Lolme aporta una bienvenida dosis de claridad para dilucidar un urgente problema institucional: ¿Quién controla a Néstor Kirchner?
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(*) Associate professor de International Political Economy, Universidad de Leiden (Holanda). Drs. en Humanidades, Universidad de Amsterdam (cum laude); Advanced Studies in International Economic Policy Research, Kiel Institut für Weltwirtschaft. Premio Roosevelt Study Center 2006; Premio LA NACIÓN 1989 y 1991.
[1] La biblioteca del Jockey Club en Buenos Aires tiene una traducción de Jean-Louis De Lolme: The Constitution of England (London: J. Hatchard & Son: 1834); Google Books publica el tomo 2 en una edición de 1822; Jean-Fabien Spitz: "Jean Louis De Lolme et l'impossible garantie des droits de l'individu dans les gouvernements républicains", Revue Montesquieu No.4; Paul-Laurent Assouin: "Lolme, Jean-Louis de 1740-1806", en F. Chatelet, O. Duhamel & E. Pisier. Dictionnaire des Oeuvres politiques (Paris: PUF, 1986), pp. 472-477.
[2] En 1792, en plena crisis por la Revolución, Necker publica Du pouvoir exécutif, abogando por un ejecutivo uni-personal y fuerte.
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