. Michael Prestwich. Edward I (University of California Press, 1988)
En 2006, de visita por la excelente librería Book Revue de Huntington, NY, compré esta biografía de Eduardo I, rey de Inglaterra entre y 1265 y 1307. Todos los que vieron Braveheart (1995) lo recuerdan, personificado por el actor Patrick McGoohan [ver]. Sabía que sería un libro difícil. La historia de la Inglaterra medieval combina asuntos legales (common law, Magna Carta), política 'interna' (luchas en Escocia y Gales), política exterior (bajo Eduardo I, el sudoeste francés pertenece a la corona inglesa) y cuestiones económicas (impuestos, moneda, comercio). Por no hablar de las cruzadas. Edward I no se lee como una novela 'light'. Afortunadamente, la recompensa es enorme: cada vez que releo algún pasaje encuentro una idea nueva — una mina de oro desde el punto de vista de la economía política.
El punto central es el siguiente: Eduardo necesita recursos. Muchos recursos. ¡Muchísimos recursos! Quiere someter a galeses y a escoceses; quiere asegurar sus posesiones en Francia; quiere afianzar la dinastía mediante alianzas en Francia y en España. No hay sistema impositivo; sólo hay una serie de obligaciones feudales y de 'contribuciones' más o menos forzadas. Esto es lo fascinante de este libro: año tras año, evento tras evento, guerra tras guerra, vemos fortalecerse la idea de representación. Prestwich lo resume de manera brillante al recordar el principio del derecho romano:
Quod omnis tangit ab omnibus approbetur.
¡Lo que toca a todos debería ser aprobado por todos! Naturalmente, Eduardo intenta 'zafar' e imponer su voluntad. Pero cada vez que necesita recursos en gran escala —como para la guerra contra los escoceses entre 1296 y 1307—, el principio de representación termina por colarse. El mensaje de los barones, de la Iglesia y de los burgueses de Londres es claro: recursos sí, pero solamente contra buen gobierno. Desde este punto de vista, las re-ediciones de Magna Carta en 1297 y 1300, en plena crisis escocesa, son eventos fundamentales. (Dicho sea de paso, estoy convencido que estos episodios sirven más, para entender los problemas actuales de países 'emergentes', que muchos libros de política fiscal que dan por sentado el principio de representación y la estabilidad de la propiedad).
¿Y qué se entiende por buen gobierno? El imperio de la ley, la idea central de Magna Carta. ¡SÓLO HABRÁ IMPUESTOS SI LA CORONA GARANTIZA EL IMPERIO DE LA LEY! Eduardo obtiene recursos para la campaña de 1300, pero a una condición: debe firmar Articuli super Cartas con garantías adicionales sobre el cumplimiento de Magna Carta. ¡SOLO HABRÁ IMPUESTOS CONTRA SEGURIDAD! Los magnates se lo dicen con todas las letras: "When we have secure possession of our forests, and of our liberties, often promised to us, then we will willingly give a twentieth, so that the folly of the Scots may be dealt with" (p. 525). Eduardo recauda el 'impuesto' de 1300, concluye Prestwich, solamente al firmar los Articuli y al comprometerse a cumplir una serie de fallos judiciales.
No hay recaudación en gran escala sin seguridad sobre la vida y las posesiones — es decir sin independencia judicial. Ésta es la base del buen gobierno. Para cerrar, una última joya de este libro magnifico. ¿Qué podemos pensar del nivel de la tasa de interés en un país donde la corona vende fallos judiciales e intenta evadir el principio de representación? Por de pronto, hay un problema 'técnico': la ausencia de datos atribuible a la prohibición de la usura. Los préstamos están 'disfrazados' (con cambios en plazos y/o unidad de cuenta) para disimular las tasas de interés. Pero Prestwich descubre el texto de un proyecto de 'regularización' de créditos de banqueros judíos, antes de su expulsión. Este importante documento muestra que la verdadera tasa de interès (sin 'disfraces') es de ... ¡43%! Exactamente lo que uno esperaría bajo un gobierno que controla la justicia.
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