Friday, July 5, 2013

MARIANO MORENO EN LA ERA DIGITAL: NUEVAS FUENTES PARA EL ESTUDIO DE SU PENSAMIENTO (III)

Por Agustin Mackinlay | @agumack


Este ensayo obtuvo el Premio Jockey Club en homenaje a la Revolución de Mayo en 2010, junto a un trabajo del Dr. Patricio Clucellas. Desde entonces he encontrado muchas más novedades sobre las fuentes consultadas por Mariano Moreno. Algunas ideas expuestas en este ensayo deberán ser re-elaboradas. Actualmente estoy reconstruyendo —a más de doscientos años de distancia, y gracias a técnicas de "humanidades digitales"— el Cuaderno de Lecturas del prócer de Mayo (1, 2, 3). Ver I, II.

La Historia de las dos Indias y la política portuaria de la Junta

El Tableau de l’Europe es una de las fuentes más importantes –aunque hasta ahora desconocida– de la Representación de los hacendados. El texto de Deleyre ilustra una idea clave en el pensamiento de Mariano Moreno: el “humanismo comercial” [11]. Discípulos declarados de Montesquieu, Raynal y sus colaboradores elogian el comercio como fuente de civilización: “Es el comercio de los pueblos entre ellos que disminuye su ferocidad... Es el comercio de los Egipcios que ha civilizado a los Griegos” [12]. Deleyre describe el comercio en términos sumamente elogiosos: ocupación “honorable y necesaria”, “ciencia” que demanda grandes conocimientos, actividad esencial para “disminuir el fanatismo” de los pueblos, etc.

El comercio estimula la economía (incluyendo la industria), la innovación y el conocimiento. Entusiasmado por el fervor “pro-comercio” de la Historia de las dos Indias, Moreno escribe: "...la tranquilidad será inseparable de un Pueblo laborioso, en q.e no tendrán entrada los vicios q.e solamente nacen con la molicie: el soplo vivificante de la industria animará todas las semillas reproductibas de la Naturaleza." Nuevamente, hemos logrado rastrear el origen de esta frase: las expresiones peuple laborieux (HDI, xiv.29), de mollesse & de vice (HDI, xi.30), y souffle vivifiant de l’industrie (HDI, xix.6) vienen de diversos fragmentos de la obra.

A lo largo de los diez tomos de la Historia de las dos Indias, Raynal, Diderot y Deleyre expresan su contundente rechazo a la noción de monopolio en al ámbito comercial. Ninguna potencia europea escapa a sus críticas: ni los regímenes de “comercio exclusivo” de España y Portugal, ni las Compañías de Indias de los Países Bajos y de Inglaterra. Invariablemente, el comercio monopólico es presentado en términos despectivos: tiránico, injusto, ruinoso. El “tirano monopolio” de Moreno en la Representación de las los hacendados es un eco de le monopole, ce tyran, expresión utilizada por Raynal en el capítulo 38 del Libro III. Significativamente, Manuel Moreno dirá que su hermano detestaba el “espíritu de monopolio”, expresión que reaparece en la Enciclopedia de Diderot y d’Alembert (otra preciada pieza en la biblioteca del canónigo Terrazas en Chuquisaca).

El monopolio tiene consecuencias devastadoras, escribe Deleyre: ha “arruinado al antiguo y al Nuevo mundo”. Las ideas monetarias de la Representación de los hacendados también reflejan la influencia de la Historia de las dos Indias. “La plata no es riqueza... ella no es más q.e un signo de convencion con q.e se representan todas las especies comerciales”, escribe el abogado porteño. El pasaje corresponde al Libro VIII de la Historia de las dos Indias: “El oro y la plata no son riquezas, solamente representan riquezas” [13]. Luego, la Representación refuta la idea según la cual la apertura comercial puede generar una escasez de dinero metálico en el Virreinato. Citando a Victorian de Villava (atento lector de Raynal), Moreno afirma que “basta una cantidad muy inferior a la q.e vulgarmente se cree”, pasaje que recuerda la frase de Diderot en la Historia de las dos Indias: “La cantidad de oro y plata necesaria para los intercambios de las naciones es tan pequeña.”

* * *

Los fragmentos presentados ilustran la influencia de Raynal-Diderot-Deleyre sobre las concepciones de Moreno en materia de comercio y moneda. Pero hay algo más. Su interés por la Historia de las dos Indias no refleja simplemente de un problema de vocabulario o de ideas. Para Moreno, lo verdaderamente importante es pasar a la acción. El Secretario de la Junta se siente convocado a actuar en nombre del humanismo comercial y de la prosperidad, el bienestar de los pueblos y la civilización. A pesar de sus múltiples tareas, Moreno se dedica en persona a supervisar el estado de las instalaciones portuarias de las provincias del Río de la Plata.

Es fácil comprobar que el ímpetu de esta iniciativa viene de su apasionada lectura de la Historia de las dos Indias. En todas las ciudades y países que describe –desde las costas del África hasta el Japón– Raynal analiza el estado de los puertos. Mejorar la situación de los puertos es una condición si ne qua non de la “revolución general” que pronostica en materia de comercio internacional. En un pasaje premonitorio, Diderot escribe que la construcción de un puerto será una de las “transacciones más importantes” en los anales de los pueblos. Los autores de la Historia de las dos Indias son formales en un punto: no puede haber comercio exitoso sin puertos en excelente condición; y no puede haber paz, prosperidad y civilización sin comercio.

Analizando las instalaciones portuarias de Maldonado y la Ensenada, Raynal arremete contra el descuido en que la Corona de España mantiene a los puertos sobre el Río de la Plata. Refiriéndose específicamente a la Ensenada, el francés nota con desdén –en un fragmento retomado por Manuel Moreno en 1812–, que el puerto es “una especie de village, formado por algunas cabañas, construidas con junco, cubiertas con cueros, y dispersas sin orden” [14]. ¡La Ensenada, un miserable village! ¡Inadmisible! Desde el instante en que accede a la Secretaría de la Junta, Moreno se auto-impone el deber de reparar el insulto de Raynal. Varios documentos de 1810 reflejan –como eco de la omnipresente Historia de las dos Indias– la importancia de mejorar el estado de los puertos. 

(El lector notará la referencia a términos como “importancia, felicidad y prosperidad”, típicos de Raynal y de sus colaboradores). Una orden de la Junta del 2 de julio de 1810 resalta “la importancia” de fomentar “la habilitacion de Puertos comodos y oportunos para las exportaciones de nuestros frutos”. Otra orden, publicada el 9 de agosto, califica la habilitación del puerto de Río Negro como “una escala á la felicidad general de estas provincias” [15]. En octubre de 1810, Moreno multiplica las iniciativas. En una carta a Gregorio Funes sobre la Ensenada, se refiere a “la importancia de aquel puerto” [16]. El mismo lenguaje reaparece en órdenes y oficios de la Junta, incluyendo el proyecto –confiado al propio Funes– de “allanar la navegacion del rio Tercero”.

Una orden de la Junta del 12 de octubre, nuevamente sobre la necesidad de fomentar el puerto de la Ensenada, alude a este “importante objeto”. Doce días más tarde, la Junta resuelve “sostener á toda costa el fomento de esa poblacion”. ¡A toda costa! Moreno moviliza a los miembros de la Junta para redoblar sus tareas y a realizar “un extraordinario esfuerzo” para reparar el “ignominioso abandono” de los puertos de las provincias del Río de la Plata. Su hermano Manuel es testigo de una visita del Secretario de la Junta a la Ensenada: "El Dr. Moreno fuè à la Ensenada, acompañado de algunos Individuos del govierno, para examinar personalmente las bondades de su Puerto, y enterarse de las obras que se necesitaban para fortificarlo, componer los caminos hasta la Capital, y adelantar el Pueblo."

Manuel admira la determinación de su hermano, quien no duda en colocar todo el peso de autoridad ejecutiva para lograr mejoras en las instalaciones portuarias de la patria naciente. Confiado, el joven biógrafo agrega: “Dentro de poco serà una poblacion regular, y un sitio delicioso y util” [17]. Los argumentos de Moreno reflejan el humanismo comercial típico de la Historia de las dos Indias: mejorar los puertos equivale a “fomentar las relaciones mutuas de los pueblos”, a “adelantar el pueblo”, a promover el “adelantamiento y prosperidad y la pública felicidad”.

Este lenguaje aparece no solamente en la Representación de los hacendados, sino también en la Gazeta de Buenos-Ayres, en las cartas de Moreno y hasta en las órdenes de la Junta de Gobierno. Analizando la política portuaria del Secretario de la Junta, Mariano de Vedia y Mitre nota que “la habilitación de la Ensenada [es una] iniciativa que es exclusivamente suya” [18]. Hoy sabemos, gracias la digitalización de la Historia de las dos Indias, que Moreno se siente convocado a esta tarea por el humanismo comercial de Raynal.

[11] La expresión es de J.G.A. Pocock, citado por Catherine Larrère: “Montesquieu économiste? Une lecture paradoxale”, en Catherine Volpilhac-Auger (ed.) Montesquieu en 2005. Oxford: Voltaire Foundation, 2005, p. 249.

[12] Histoire des deux Indes (1770), tomo 1, p. 3. Ver también Marian Skrzypek: “Le commerce instrument de la paix mondiale”, en Gilles Bancarel & Gianluigi Goggi (eds.) Raynal, de la polémique à l’histoire. Oxford: Voltaire Foundation, 2000, p. 247.

[13] Historia de las dos Indias, Libro VIII, capítulo 34.

[14] Manuel Moreno, obra citada, p. 240. El pasaje original de Raynal está en el Libro VIII, capítulo 10 de la Historia de las dos Indias.

[15] Gazeta de Buenos-Ayres, No. 10, jueves 10 de agosto de 1810, p. 156.

[16] Moreno a Funes, 27 de octubre de 1810, citado en Mariano Moreno. Escritos, II. Buenos Aires: Ediciones Estrada, 1956, p. 329.

[17] Manuel Moreno, Vida y Memorias, p. 240. Transformar aldeas en ciudades a través del comercio es un planteo clásico de la tradición republicana atlántica. La encontramos, entre otros, en las Cartas de Catón de Trenchard y Gordon (1721): “...she [Trade] will turn Villages into great Cities...”. El pasaje está citado por J.G.A. Pocock en The Machiavellian Moment. Florentine Political Thought & the Atlantic Republican Tradition. Princeton University Press, 1975, p. 471.

[18] Mariano de Vedia y Mitre. Historia General de las Ideas Políticas, tomo XI, cap. II, “Mariano Moreno”. Buenos Aires: Guillermo Kraft, 1946, p. 189.

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