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"Checks and balances are our only security" — John Adams
[1] Inseguridad & default. Tremenda nota de La Nación: "La verdad, la triste y dolorosa verdad, es que, hoy, a cualquier hora del
día y de la noche, cualquier ciudadano, sin importar su edad y
condición ni en qué zona de la ciudad de Buenos Aires o del conurbano se
encuentre, es una víctima potencial de un delito, generalmente violento, y en el que es posible que pierda la vida o resulte herido" (*). El problema de esta línea editorial es que ignora la causa profunda de la inseguridad—la ausencia de contrapesos institucionales [ver]. El colapso de la independencia judicial (y su contracara: la hiper-corrupción) crea un clima de impunidad ideal para los malhechores y para las infiltradas fuerzas de in-seguridad; la inflación y la ausencia de crédito agravan la desigualdad; la autoridad se desmorona por falta de motivación y de recursos. Damas y caballeros: ¡A cuidar la vida y las pertenencias! El default no hará sino agravar la inseguridad.
(*) La Nación: "Inseguridad para todos, a toda hora y en todo lugar", 31 de julio de 2014.
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[2] Putin & el banco central. Vladimir Putin se ha dedicado a deshacer todo vestigio de libertad de prensa e independencia judicial. Basta ver la nota de Rusia en nuestro Índice de Contrapesos. Pero el banco central de Rusia (Банк Росси́и) ha mantenido su independencia. En lo que va de 2014, el banco central aumentó la tasa de interés de corto plazo tres veces: de 5.5% a 7.0% (3 de marzo), de 7.0% a 7.5% (25 de abril) y de 7.5% a 8.0% (25 de julio). En sus comunicados oficiales, el banco central es de una franqueza brutal: "Investment demand remains weak amid low business confidence [...] there is an increased probability of negative trends which may result in inflation acceleration. These shocks include aggravation of geopolitical tension [...] If high inflation risks persist, the Bank of Russia will continue raising the key rate". El Wall Street Journal se equivoca al describirlo como un "aliado de Occidente" (*). El Sr. Putin, obsesionado con la idea de equilibrio a nivel internacional [ver], sabe que algún contrapeso necesita para evitar un colapso económico. No quiere que le suceda como a Turquía—y mucho menos como a la Argentina.
(*) Richard Barley: "Playing a Long Game on Newest Russia Sanctions", The Wall Street Journal, 31 de julio de 2014.
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[3] Tailandia & el banco central. Buena nota del Wall Street Journal sobre la independencia del banco central de Tailandia (*). La Junta está en una situación parecida a la de Vladimir Putin: sabe que destruir la independencia del banco central llevaría al país al caos más completo. Por su parte, el banco central ha hecho un buen trabajo al explicar las ventajas de su independencia operativa:
After Thailand’s armed forces grabbed power in a coup last month, speculation over whether they would enlist the country’s central bank into their campaign to boost the economy quickly spread [...] The central bank’s governor Prasarn Trairatvorakul says that so far it isn’t coming under that kind of pressure; but he told the Foreign Correspondents’ Club of Thailand that the independence of the bank’s monetary policy committee was the reason the bank has been able to build up its credibility over the past decade. “The institutional setup must continue to protect this independence, so that monetary policy can remain a cornerstone of Thailand’s macroeconomic stability,” Mr. Prasarn said. “The monetary policy committee is aware that our operational independence would mean little in the absence of public trust; it is ultimately the very source of our credibility.
The Bank of Thailand is prickly about any perceived threat to its independence. It has worked hard to regain its credibility in policy-making circles since the blow-out years of the 1990s, when reckless foreign lending eventually forced a sharp devaluation of Thailand’s currency, the baht, in 1997. That helped trigger a wave of other devaluations around the region that later became known as the Asian financial crisis. More recently, the Bank of Thailand has acquired a reputation of being among Asia’s most hawkish central banks. At its latest policy meeting in June, it left its main policy rate unchanged at 2% despite a desperately weak economy. In the first quarter of the year, gross domestic product shrank 2.1% from the previous period as wave after wave of political protests paralyzed much of Bangkok and scared off tourists and investment.
(*) James Hookway: “Thai Central Bank Chief Says Independence Key to its Credibility”, WSJ, 4 de julio de 2014.
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