Wednesday, September 29, 2010

LOS KIRCHNER ENTIERRAN LA CONSTITUCIÓN. ¿Y AHORA QUÉ?
"¿Qué es el poder?" — Tolstoi

Por AM

Nikolai Rostov, un personaje de La guerra y la paz, leía de manera metódica. Solamente cuando terminaba un libro compraba otro. Para la mayoría de los aficionados a la lectura, las cosas son distintas: solemos comprar más de lo que podemos leer. De vez en cuando me atrapa el espíritu de Nikolai Rostov y me dedico a terminar 2 o 3 libros antes de comprar uno nuevo. Esta mañana opté por 'liquidar' lo que me faltaba de los ensayos de Bernard Bailyn sobre la Revolución de los Estados Unidos, publicados por Knopf en 2003 (*).

De entrada, me atrapó este párrafo de "Politics and the Creative Imagination": "We know for certain that they could only experimentally and prayerfully propose — that formal, written constitutions, upheld by judicial bodies, can effectively constrain the tyrannies of both executive force and populist majorities". A buen entendedor, pocas palabras: con el ataque a la justicia, los Kirchner están enterrando la Constitución de la República Argentina. ¡No puede funcionar una constitución escrita sin tribunales independientes! [ver]

Seamos justos: la Constitución de 1853/1994 dejó de funcionar hace mucho tiempo. Murió por una serie de golpes: la hiperinflación de finales de los 1980s, el ataque de Carlos Menem a la Corte, las contra-reformas de 1994 y 2006 (Consejo de la Magistratura). Los Kirchner solamente cumplen con enterrarla. (Irónicamente, lo hacen desde New York, donde El Federalista de Jay-Madison-Hamilton sirvió de instrumento esencial para la ratificación de la Constitución Federal de 1787).

¿Y ahora qué?
No todo está perdido. Hay varios caminos para llegar al imperio de la ley: (1) una nueva constitución escrita; (2) una serie de precedentes judiciales; (3) una combinación de ambos. Si 'leo' correctamente lo que está pasando en el mundo en materia de imperio de la ley, diría lo siguiente: habrá menos énfasis en las constituciones escritas, y más énfasis en los precedentes. ¡Es exactamente lo que ocurre en los (exitosos) países Nórdicos!

Frente a este panorama, queda claro que la Corte Suprema de la Argentina tiene un largo camino para recorrer. El máximo tribunal perdió una magnífica oportunidad con el fallo sobre pequeñas cantidades de droga: debería haber comunicado su adhesión —de ahora en más— a sus propios precedentes [ver]. Hasta que no lo haga, quedará en una posición muy vulnerable.

Dos cosas más: no hay precedentes sin ... libertad de prensa y de opinión. Es precisamente esta libertad la que ofrece a los jueces la amplia gama de posibilidades que necesitan para elegir precedentes acordes con los valores de la sociedad. Y para terminar: ¿Para cuándo una toga, estimado Juez Lorenzetti? [ver].

(*) Bernard Bailyn. To Begin the World Anew. The Genius and Ambiguities of the American Founders (Nueva York: Knopf, 2003).

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