Agustin Mackinlay | @agumack
El reciente triunfo electoral de Vladimir Putin tiene mucho en común con la victoria de Cristina Kirchner en 2011. Salvando las distancias —Rusia es mucho más autoritaria—, los parecidos entre los países son asombrosos: capitalismo de amigos, centralismo disfrazado de 'federalismo', dependencia del precio de las materias primas (gas y petróleo en Rusia, soja en la Argentina), ataques a la libertad de prensa, nacionalismo anti-EEUU, voluntad de re-elección permanente, ausencia de imperio de la ley y de independencia judicial, falta de crédito a largo plazo en moneda doméstica, escandalosa desigualdad — y no menos escandalosa corrupcíón.
En este contexto, la pregunta obvia es: ¿por qué los votan? Los lectores de Contrapesos saben que venimos insistiendo desde hace tiempo con la idea de la cultural política tribal. El caso de Rusia es particularmente útil porque nos permite entender la idea en toda su dimensión. La comparación Rusia-Argentina también nos permite formular conclusiones relevantes para nuestro país, un reflejo (lejano, afortunadamente) de la tierra de los zares. El punto de partida es la conocida frase de Vasili Grosman: "Hay una cosa que Rusia no ha conocido en sus mil años de historia: la libertad" (*). Ilya Ponomarev, de la Duma, propone una variante menos abstracta: "No es que la libertad de expresión peligre en Rusia, es que directamente no hay" [ver].
Los rusos jamás han vivido en libertad. En cambio, han conocido la anarquía; también han soportado larguísimos períodos de tiranía. En estas condiciones, el voto por la 'tribu' es perfectamente racional: más vale malo conocido que bueno por conocer. El Sr. Putin y sus amigotes son considerados un second best ante la perspectiva del caos o del retorno de la dictadura. Los ciudadanos rusos no se hacen ilusiones sobre la corrupción. Todos los días sienten la ausencia de un Estado capaz de dar cumplimiento a los contratos; desconfían de la información oficial-oficialista; no esperan obtener crédito a largo plazo; lamentan la desigualdad. Pero el pánico a lo desconocido los lleva a votar por la tribu y el amiguismo — a pesar de las obvias ineficiencias del sistema.
Commodities y política tribal
Según un estudio de Renaissance Capital, un banco de inversión de Moscú, la clave para lograr una democracia fuerte y salir de la cultura política tribal está en el precio de las materias primas — en particular el petróleo. La espectacular suba en el precio de los commodities (resultado del 'boom' de liquidez global entre 2002 y 2007 y 2009-2011) ha tenido dos grandes consecuencias desde el punto de vista político. Por un lado, ha reforzado la autoridad presidencial, ya que el Kremlin controla la 'caja'. La otra consecuencia apunta en una dirección opuesta: el crecimiento económico ha fortalecido la clase media, con consecuencias potencialmente ... revolucionarias [2].
Sobre este último punto, Roberto Foa, de la universidad de Harvard, es categórico: al aumentar el ingreso per capita aumenta el activismo cívico. Esto sucede en todas las épocas, en todas las latitudes. Rusia, actualmente en la zona 'crítica' de US$15 mil de PBI per capita, se encuentra en una encrucijada. De acuerdo a Renaissance Capital, si continúa creciendo la economía, el Sr. Putin y su tribu estarán a salvo. Solamente si la economía deja de crecer aumentarán las chances de una democracia fuerte. Porque entonces la clase media, que ha saboreado la dolcezza de la prosperidad, abandonará su actitud pasiva.
¿Cómo sigue la película? Estamos viviendo momentos fascinantes desde el punto de vista del impacto de la liquidez global sobre la economía y la política. La liquidez global está en plena desaceleración: nuestro índice de Liquidez Dolarizada Global pasó de +16.0% en julio de 2011 a +6.1% hoy. En promedio, el precio de las materias primas ha respondido como era de esperar: con una baja de 13%. Todos los commodities bajan en precio, salvo dos: el petróleo crudo y ... la soja. Por ahora, las tribus dominantes en Moscú y Buenos Aires se mantienen en pie.
[1] Citado por Jesus López-Medel: "Rusia y el maleficio de la libertad", El Mundo.
[2] Charles Clover: "A Kremlin of crude calculations", Financial Times.
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