"L'Égypte est un véritable État de droit" — Christian Jacq
Terminé los cinco tomos de Ramsès, la novela histórica de Christian Jacq dedicada a la vida del faraón Ramsés II [1]. Los libros de Jacq, seguramente, no llegan al nivel de otros autores de novelas históricas. Estamos lejos del dominio de la política de Lion Feuchtwanger, de los retratos psicológicos de Hella Haasse, de las innovaciones lingüísticas de Robert Merle, y de la ambición desmedida de los héroes romanos de Colleen McCullough. Pero Ramsès fue un digno compañero: al final, uno termina por extrañar al faraón y sus aventuras junto a Sétaou, Améni, Âcha y Serramana—además de los importantes personajes femeninos: Touya, Néfertari, Iset y Lotus.
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En una entrada anterior comenté la relevancia de esta lectura desde el punto de vista de la historia de las instituciones políticas [ver]. En 2011, Francis Fukuyama innovó al reemplazar a Grecia y Roma por la India y China en su investigación sobre los orígenes del gobierno constitucional en Occidente [2]. La India y su sentido de la ley, China y su papel como el primer Estado, argumenta Fukuyama, tienen una relevancia histórica que los historiadores occidentales tienden a desconocer. Desde este punto de vista, me sorprende que el Sr. Fukuyama no incorpore la historia de Egipto a sus investigaciones. Porque lo que aparece en estos volúmenes es una visión relativamente moderna del ... poder ejecutivo.
El faraón, en la novela de Ramsés, es un gobernante menos poderoso de lo que parece. Intuye que si no cumple con la justicia, habrá inseguridad y caos—y entonces perderá su puesto. Christian Jacq presenta a un Ramsés poderoso, pero consciente de la importancia de someterse escrupulosamente a la ley representada por la diosa Maât o Ma'at. La pluma de avestruz sobre la cabeza de la diosa simboliza la consciencia limpia —¡y liviana!— del faraón que cumple con su deber de no entrometerse con la justicia. Solo así conseguirá seguridad y prosperidad, y solo así mantendrá su alianza implícita con el pueblo, contra la incesante actividad de conspiradores locales y extranjeros que sueñan con apoderarse del trono.
Los primeros tomos muestran al joven faraón deseoso de inspirar un cambio de conducta en los ciudadanos. Pero pasados los cincuenta, Ramsés comprende que el ser humano y sus pasiones jamás cambiarán: la nature humaine est immuable (Tomo 3, p. 100). En La Dame d'Abou Simbel, Jacq imagina un juicio contra Moisés, el líder de los hebreos en Egipto (sorprende la presencia de jurados). Deseoso de intervenir a favor de Moisés, el faraón es frenado a último momento por su secretario personal Améni:
Impossible, Majesté; Pharaon ne peut intervenir dans une affaire de justice, même si son ami est incriminé [...] Il est indispensable d'en passer par la procédure normale; si Pharaon n'était pas le premier serviteur de Maât, et de la justice, ce pays ne serait que désordre et confusion [...]. Puisqu'il assure la présence de Maât sur terre et la sérénité de la justice, le pharaon ne doit pas s'immiscuer dans une procédure judiciaire (Tomo 4, pp. 75 y 92).
Hay mucho de anacrónico en todo esto; sin embargo, dan ganas de saber más sobre esta civilización y sobre sus instituciones políticas. La permanente identificación entre el faraón y los dioses no es solamente un mensaje para el pueblo; es también un mensaje para el propio monarca, que debe sentir reverencia por el cargo que ocupa. Los altos cargos pertenecen al país. Cuando la reina Mat-Hor (de origen hitita) desvía fondos públicos en beneficio propio, Ramsés le explica: "Lorsqu'un chef n'est plus un modèle, le pays entier court à la décadence et à la ruine. En agissant ainsi, tu portes atteinte à l'autorité de Pharaon et au bien-être de son peuple" (Tomo 5, p. 266).
Un último comentario à propos de Moisés. Un diálogo imaginario entre el líder hebreo y el faraón egipcio deja planteado el problema del fanatismo religioso: una de las virtudes del politeismo, asegura Ramsés, es precisamente la de evitar el fanatismo, al dar lugar a diversas creencias. Independencia de la justicia, reverencia por los altos cargos, lucha contra la corrupción, preocupación por la seguridad y la prosperidad, intolerancia religiosa. Qué temas...
[1] Publicados en París por Robert Laffont. Tomo 1: Le Fils de la lumière (1995); Tomo 2: Le Temple des millions d'années (1996); Tomo 3: La Bataille de Kadesh (1996); Tomo 4: La Dame d'Abou Simbel (1996); Tomo 5: Sous l'acacia de l'Occident (1997).
[2] Francis Fukuyama. The Origins of Political Order, Vol. 1. New York: Farrar, Strauss & Giroux, 2011 [web] [ver].
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