Monday, September 15, 2014

MUJERES PROFESIONALES EN LA ARGENTINA (I)

Ailin do Pazo | @ailudopazo (*)

Me reúno con mi grupo de amigas frecuentemente. Todas jóvenes y futuras profesionales de distintas carreras —medicina, abogacía, comunicación, economía, gastronomía—, que ya hemos pasado por un proceso de adaptación a una nueva ciudad. En la Argentina las personas del interior, sobre todo de la Patagonia, no cuentan con la posibilidad de comenzar estudios superiores, por lo que se hace necesario migrar.

La charla se torna al cómo seguir, cómo avanzar ante las imposibilidades que hoy nos ameritan. La gran mayoría de ellas hacen un trabajo administrativo para sostener los estudios, pero no se correlaciona con sus respectivas instrucciones de grado, ni tampoco son salarios que permitan la totalidad de gastos incurridos para vivir de forma autónoma. Por suerte una parte es por medio de ayuda familiar—somos unas privilegiadas ante otros chicos que vengan de ramas menos adineradas. De todos modos, no alcanza.

“¿Por qué no obtenemos lo suficiente para permanecer en el país? ¿Por qué no puedo trabajar de lo que estudio?” —eran las reflexiones que surgían— mientras les consultaba qué pretendían hacer avanzando al futuro. ¿Es una cuestión de género o es el mismo mercado que provoca la exclusión? Aún me lo pregunto, pero el hecho concreto es que todas ya adoptaron la decisión de irse. De irse ¿a dónde?, ¿a la misma provincia de donde vinimos? La respuesta fue un no, pues aunque en el sur del país los salarios son relativamente más altos el costo de vida también lo es—a la inversa de lo que sucede en el norte.

Decidí incurrir sobre lo que sucedía en la nación con las mujeres que lograron un terciario o universitario completo en relación a un hombre con igual nivel educativo. La idea primera fue la probabilidad que sea una cuestión de tiempo, y que como en el caso de la Argentina hace relativamente poco que la mujer se desenvuelve en el mercado de trabajo, esto sea sólo una cuestión temporaria de la evolución. Me gustaría decir que esto fuera lo cierto pero dejo a sus ojos y entendimiento este comportamiento.


El gráfico fue realizado por un modelo regresivo sobre el capital humano. De este modo se logra relacionar lo sucedido con los ingresos para un determinado nivel educativo alcanzado, pensado como una medida de bienestar material. Respecto al conjunto o universo estudiado, se consideraron los microdatos para Gran Buenos Aires —AMBA (Área metropolitana de Buenos Aires)—, que representa casi al 40% de la población urbana del país. El análisis se realizó en función de los datos extraídos de la encuesta permanente de hogares (EPH) que realiza de modo regular el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) de la Argentina.

La desagregación importante realizada es la estratificación de los ingresos, que de este modo permite observar lo que sucede para diferentes clases de remuneración—clasificadas como bajas, medias y altas. Tomando la variación puntual para los años 1980 y 1985 y luego agrupando cada 5 años, menos el último período que tiene en su conjunto los años 2010 a 2013, los datos muestran el comportamiento que existe entre el ingreso obtenido de un hombre con terciario o universitario contra la mujer por un igual título.

Una apreciación clara en esta observación, es que a mayor nivel de ingreso la diferencia entre géneros se amplía. En el período conforme a 1990-1995 esta desigualdad es la más alta con un 27,27% menor de ingresos de las mujeres en comparación con los hombres a pesar de poseer igual titulación para estratos altos. Parecería que en la evolución temporal de la relación, hay una tendencia hacia una menor brecha de salarios entre sexos dado el nivel educativo alcanzado. Pero en otro aspecto, considerar esto que es un promedio agrupado en el tiempo, genera un sesgo.

Si se toma un año puntual, por ejemplo 2006, que muchos lo piensan como un año base, el obtener un título terciario o universitario hacía que las jefas de hogar ganaran un 3,4% menos de renta que los hombres por igual instrucción en los estratos medios. Una mujer en los segmentos de ingresos altos, veía disminuirlos en un 45,85% contra el género masculino. Otorgando algún otro año para la observación, en el 2011 la mujer de estratos bajos obtenía un 0,46% menos de renta que un hombre, mientras que la brecha aumenta a 25,24% para los estratos de ingresos altos.

La distribución del capital humano está en consonancia con la distribución de los ingresos. Las grandes diferencias en las remuneraciones según segmento de ingreso, dejan enseñar la desigualdad de los mismos como un factor estructural. De todos modos, hay que tener presente las fallas de mercado que pueden ocurrir en el cálculo de estas cifras, pero lo que no deja de ser redundante es la contribución de la educación en la riqueza social que es reflejada en los salarios.




(*) Especial para Contrapesos.
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