Por AM
Todo indica que China está —¡finalmente!— a punto de revaluar su moneda. Sería un paso más en su espectacular carrera para graduarse de periferia exportadora a centro de crecimiento e innovación. El tema de la graduación es fascinante. Fue lanzado por Dooley, Folkerts-Landau y Garber en su importante paper de 2003 (*). Francis Fukuyama lo retoma en su último libro, y concluye: no hay garantías de que una vez llegado al tope, un país no vuelva a retroceder hacia formas de organización cuasi-tribal. (¿No es el caso de la Argentina, periferia exportadora eminentemente tribal?).
La revaluación del yuan sería todo un acontecimiento. Si se lleva adelante de manera decidida, sería sin dudas el fin de Bretton Woods II, un modelo de desarrollo exitoso pero que se topa una y otra vez con el mismo obstáculo: la debilidad intrínseca de toda moneda internacional de reserva. La acumulación de reservas dolarizadas y el reciclaje de recursos al mercado de crédito de New York termina en hiper-especulación y crisis financiera. ¡Siempre! La moneda internacional de reserva, decía Jacques Rueff, cambia la psychologie des peuples porque crea la ilusión de un deficit sin ajuste. Sucedió en 1968 y en 1971 — y volvió a suceder con la crisis de Lehman Brothers en 2008.
A primera vista, estamos frente a una solución ideal. El Banco Popular de China puede seguir aumentando requisitos de encaje, pero eso no mejorará la situación de los consumidores estadounidenses. ¡Hora de pensar en otros instrumentos! Como dice Paul Krugman, la revaluación (o flotación) es la herramienta más eficiente porque no es restrictiva para todos. Para la Argentina, el panorama es mixto. Por un lado, el nuevo 'modelo' puede traducirse en más demanda de alimentos. Por otro lado, desaparecen los dos mayores compradores de Treasuries: la Reserva Federal y el Banco Popular de China. Apuesto a fuertes subas en las tasas de interés en dólares.
A largo plazo, como siempre, interviene el factor institucional. Si efectivamente vamos a un modelo de mano de obra más cara en China, las empresas locales necesitarán compensar via un menor costo del capital. ¿Pero es posible mientras continúen los arrestos arbitrarios? Jamás hubo un centro financiero en ausencia de independencia judicial: Ámsterdam, Londres, New York, Hong Kong, Singapur, Frankfurt. No hay cómo evitar el dilema de Montesquieu y Smith, recientemente ilustrado por una nota del Financial Times:
The perception that the legal playing field is not level is a larger impediment to Shanghai's ambition to become a global financial centre by 2020 than any number of potholed streets or immature trading mechanisms. Without an independent legal system that resolves disputes fairly no one will bring real money to Shanghai. No one is going to park $1bn in Shanghai to pick up a bit of margin unless they have confidence that they can call a judge at 2am and get an injunction against behaviour that could damage them ... In a country without an independent judiciary, laws are only as good as the politicians allow them to be enforced. Being a global financial center means your neighbour puts money in your pocket. At the moment, the confidence is not there for that.
(*) Michael P. Dooley, David Folkerts-Landau & Peter Garber: "An Essay on the Revived Bretton Woods System", NBER Working Paper 997, 2003.
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