POPULISMO II
Por L'Économiste
En la presentación anterior comparamos al populismo con el socialismo, mostrando cómo éste último no rechazaba al mercado sino que lo perfeccionaba y ampliaba. También dijimos que la lección de la economía planificada se había aprendido (no en la Argentina).
Ahora queremos referirnos a algunas creencias o supersticiones del populismo argentino que explican gran parte de nuestra decadencia. La supertición más importante es considerar que el Estado tiene recursos propios e ilimitados. Los recursos del Estado se originan en la producción privada, en la suma de energía necesaria para disponer de los bienes y servicios que utilizamos los individuos permanentemente.
No tiene recursos "propios ": son ajenos, los pagan los "contribuyentes" o los aportan los prestamistas con su correspondiente compensación.
Esta superstición es progresiva: son inicialmente pocos los subsidios, y dirigidos a los "más necesitados", pero gradualmente se van extendiendo hasta el límite que se transforma en una creencia colectiva la posiblidad de "subsidiar a todos".
Si el Estado no está "presente", nos aseguran, la pobreza crece. La pobreza sería entonces la consecuencia de un comportamiento perverso de los que más tienen o de quienes gobiernan. Esta consideración se da de patadas con la historia de la humanidad. Los países con menos pobreza no son los gobernados y habitados por personas buenas y caritativas, sino aquellos con mayores posibilidades de desarrollo personal, en definitiva, los que crean los incentivos para una mayor competividad y producción privadas.
Otro mecanismo del Populismo es interferir en los precios de los mercados en forma directa o indirecta. Controles, limitaciones al comercio exterior (importaciones y exportaciones), cuotas e impuestos, precios "politicos" en los servicios públicos, etc.
En definitiva, se trata de salirse de las señales de precios o indicadores del mercado, para sustituirlo por la voluntad política de los gobernantes. Se considera que el mercado es un mecanismo poco eficiente vis-à-vis la tecnocracia gubernamental. Por esta razón la "globalización" es rechazada firmemente, ya que supondria someterse a la disciplina de la competencia abierta.
El argumento es cuidar "el empleo". ¿Pero qué tipo de empleo existe en una economía artesanal y primaria sin relaciones con el mundo? Efectivamente todos estarán ocupados, hasta sobreocupados para poder subsistir. Habrá, sí, islas de beneficiados por los poderes publicos; pero la gran mayoría se irá empobreciendo lentamente. Si eliminamos la division del trabajo y el progreso científico-tecnológico, aislándonos del sistema global, no habrá muchos desempleados, pero sí muchos sobrevivientes.
Una visión opuesta al populismo no es fácil de revertir cuando las supersticiones están profundamente presentes en los ciudadanos. La clase política, los medios de difusión, etc., son seguidores de la opinión pública.
Los límites aparecen con la crisis, pero no necesariamente cambian las creencias colectivas.
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L´Economiste. Otra vez, una nota para archivar! El mito de los recursos propios & ilimitados del Estado, la precariedad del empleo, etc. Estos puntos me llamaron especialmente la atención en mi último viaje. La des-capitalización produce irremediablemente salarios bajos, y es lo que estamos viendo. Gente en la calle, más criminalidad, prostitución, etc.
ReplyDeleteComo decía el economista canadiense Reuven Brenner, la prosperidad resulta del encuentro en capital y trabajo, manteniendo a ambos "accountable". Destruyendo el mercado de capitales, la gente se hará de capital por medios ilícitos ... Tremendo!
Saludos, y gracias.
Agustin
Esta columna y la que la precedía sobre populismo y socialismo son, a mi modesto modo de ver, brillantes.
ReplyDeleteEs curioso cómo hay que explicar cosas que en el resto del mundo civilizado ya están superadas. Hoy vine en el tren leyendo la "Instrucción del Estanciero", obra de 1882 en la que José Hernández -sí, el mismo del Martín Fierro- explica por qué los impuestos al campo son tan perjudiciales. Cito apenas dos líneas: "Los sistemas prohibitivos, y todas las restricciones y trabas puestas al libre comercio, son siempre ruinosos para los pueblos", dice.
Seguimos en la misma...
Es muy interesante la distinción entre socialismo y populismo. Estamos de acuerdo en que el libre comercio es eficiente y da las señales adecuadas a los agentes económicos. Ahora, cuando hay monopolios, monopsonios o problemas de información asimétrica, o bienes públicos, entre otros, el Estado debe intervenir. La formación de la Unión Europea implica el libre comercio hacia adentro pero una barrera al comercio desde afuera. Es decir, no es libre comercio. De hecho, la Unión Europea mantiene una serie de barreras arancelarias y no arancelarias al comercio. Y no por eso son populistas.
ReplyDeleteL'Economiste me promete ahora una nota sobre ... cultura! La esperamos! Bambi: seguimos en la misma, o tal vez peor. Anónimo: buenos puntos sobre Europa.
ReplyDeleteLinkeo un post sobre liberalismo:
ReplyDeletehttp://libertinajed.wordpress.com/2009/08/21/el-liberalismo-como-opcion-religiosa/