Monday, July 4, 2011

 JESÚS SILVEYRA
"¡Luchemos por la Verdad! Entonces, la Verdad nos hará libres" — Jesús María Silveyra

Por AM

El escritor Jesús María Silveyra publica una encendida defensa de la independencia judicial en La Nación (*). Para terminar con la corrupción, dice el Sr. Silveyra, la solución está a la vista: "Se cae de maduro que teniendo una Justicia independiente, que no tenga temor de hacer cumplir la Ley, que no sea presionada ni amenazada por la política". ¡Excelente! Desde aquí, aplaudo el entusiasmo y el sentimiento patriótico de estas líneas.

Mis comentarios:

[1] La "independencia del Poder Judicial". Ya no se escribe así; el concepto moderno es: independencia judicial. No es solamente una cuestión de palabras. Ciertamente, el poder judicial deber ser una rama separada y co-igual del gobierno; esta es una dimensión institucional. Pero hay también una dimensión personal: los jueces deben tomar decisiones imparciales, libres de toda influencia política o de otro tipo. En este sentido, el proceso de selección de jueces es crucial; es acaso la decisión más importante que deben tomar quienes gobiernan.

[2] Los integrantes de la Corte. El Sr. Silveyra expresa su sorpresa por la falta de progreso a pesar del mayor nivel de los integrantes de la Corte Suprema. Expliqué este punto en varias oportunidades, pero es bueno repetirlo (1, 2). De manera general, hay 5 criterios para definir la independencia judicial: 1) nombramiento de jueces (incluyendo CS); 2) tenure de los cargos de jueces [ver]; 3) asuntos presupuestarios; 4) respeto por el precedente; 5) respeto por las formas legales. Los Kirchner han mejorado el nivel de la Corte — pero han destrozado el resto.

[3] La indiferencia frente a la corrupción. Creo entender mejor este problema tras leer The Origins of Political Order de Francis Fukuyama (1, 2). Políticamente, la Argentina es una sociedad "tribal" o patrimonializada, donde la corrupción es vista como la (inevitable) transferencia de recursos a la tribu dominante. Es un arreglo sub-óptimo, pero lo adoptamos porque las alternativas —la anarquía o el gobierno militar— nos parecen, con toda razón, espantosas. Esto durará hasta que logremos un Estado fuerte, pero sujeto a un rule of law y accountable (1, 2).

(*) Jesús Máría Silveyra: "Tiempos de impunidad", La Nación.
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