El premio Nobel de literatura para Mario Vargas Llosa fue un notición: desde aquí mis felicitaciones (estoy en Barcelona donde lo quieren mucho; 'querer' en catalán es 'estimar': Els homes que no estimaven les dones, etc.) Por falta de tiempo y espacio, solamente voy a comentar un aspecto de su última nota: el rechazo de la necesidad de liderazgo político en América Latina. Como no conozco otros autores que defiendan esta tesis —yo la expuse en mi libro sobre Mariano Moreno, y ocasionalmente en el blog— tendré la osadía de darme por aludido. Lo primero que hay que constatar con la tesis del Sr. Vargas Llosa es que la experiencia de América Latina le da ampliamente la razón.
Cada vez que una urgencia semi-anárquica es 'arreglada' por un líder mediante el (necesario) fortalecimiento del poder ejecutivo, aparece el síndrome de Napoleón: la irresistible tentación de ir por los demás poderes y de eternizarse en el mando [ver]. No es algo de derecha o de izquierda: afecta a personalidades tan diversas como Fujimori, Menem, Chávez, Kirchner, Morales, etc. ¡Vargas Llosa 1 - Liderazgo 0! Pero el punto que intento explicar es que el liderazgo constitucional existe. Tal vez no tan claramente en América Latina, pero es una región increíblemente joven. Algunos ejemplos: Enrique II de Inglaterra, los dos Guillermo de Orange, William Penn, Carlos III de Suecia, George Washington, Adolfo Suárez, Lula da Silva.
Se trata de una idea con una rica tradición intelectual: Polibio, Plutarco, y luego Diderot, Raynal, Gibbon y seguramente muchos otros. Reaparece en los poemas de Borges sobre Hengist Cyning [ver]. El líder constitucional presenta una paradójica combinación de aptitudes: voluntad de poder y —simultáneamente— capacidad de auto-contención. La voluntad de poder (con toda la dureza que esto implica) es necesaria hasta la implantación del régimen balanceado. Una vez logrado el objetivo, el siguiente paso es 'la gran Cincinnatus': el retiro pacífico y voluntario del poder. Naturalmente, se necesita individuos de una enorme ambición — ser recordados por la posteridad como fundadores de naciones.
La controversia liderazgo-no liderazgo no debería ser llevada demasiado lejos. En una entrevista reciente de La Vanguardia, el sociólogo francés Michel Wieviorka dismisses con elegancia la cuestión: "Cuando hay ideas surgen líderes". Por otra parte, hace ya casi un año intenté tipificar las maneras en que cambia una cultura política desde el autoritarismo hacia la libertad y el equilibrio de poderes (1, 2). Esto fue lo que encontré: devastadora derrota militar (Alemania, Japón, Corea del Sur), fusión por absorción (Alemania del Este), incorporación a una Unión (Polonia, Chequia, Eslovaquia, Rumanía, etc), liderazgo constitucional (Estados Unidos, España), conectividad (China), extensión del derecho de propiedad (Inglaterra), decubrimientos científicos.
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