Tuesday, November 29, 2011

CRÉDITO & INDEPENDENCIA JUDICIAL: OTRA VEZ

Por AM | @agumack

Ya lo sé: otra vez con el mismo tema ... y van. El problema es que sigo encontrando material. La cosa es así. Hacia 1803, con la obra de Jean-Baptiste Say, los economistas dan por supuesto el orden institucional basado en la estabilidad de la propiedad, la independencia de la justicia y la moneda sana. Punto y aparte. Ciertamente, el análisis del mercado de crédito incorpora de manera general, bajo el término "riesgo", los demás factores susceptibles de contraer la oferta de préstamos (ver John Stuart Mill).

Pero a nadie se le ocurre ya cuestionar algo tan básico como la independencia judicial. Es tan, pero tan obvio que la justicia debe ser des-politizada. ¿Pero lo es realmente? Aquí es donde un grupo de economistas no-ingleses, del período inmediatamente anterior, tiene algo que decir: Montesquieu, Galiani, Raynal, Diderot, Smith, Necker. Vivían en países con menor grado de desarrollo institucional; en Francia, en pleno siglo XVIII, uno podía ser arrestado sin acusación previa, según el buen parecer de Su Majestad. Pero hay un problema: no puede haber propiedad estable en esas condiciones. Y sin propiedad estable, no hay crédito.

Vamos entonces a mi último descubrimiento: el panfleto Point de banqueroute, ou Lettre à un créancier de l'État (1788), de Jacques-Pierre Brissot. En plena crisis fiscal de la Corona, Brissot le aconseja a Luis XVI: (1) Mejorar ya mismo la representación política; (2) Abandonar planes de impuestazos; (3) Suprimir las lettres de cachet, las 'cartas-documento' que permiten los arrestos arbitrarios. A ver si entendemos bien el argumento: no se trata solamente de disminuir la arbitrariedad de la justicia por una cuestión política. EL CRÉDITO PÚBLICO, dice Brissot, AUMENTA A MEDIDA QUE SE DES-POLITIZA EL SISTEMA JUDICIAL. Mientras tanto, en la Argentina del siglo XXI, el sistema judicial está en semi-colapso; el riesgo-país está al nivel de ... Venezuela [ver].

¿Qué tipo de pensamiento se ajusta más a nuestra realidad? ¿Los libros de texto anglo-sajones, con los que se han formado todos nuestros macroeconomistas? ¿O el esquema institucional derivado de Montesquieu? Preguntas, preguntas.
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